Porno para todos
Elige tu propia aventura. Dime qué
porno miras y te diré quién eres. Lo dice el novelista Robert L. Stevenson:
“Sexo: lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario
de William Shakespeare”. ¿Cuántas investigaciones hacen falta llevar a cabo
para entender lo inmenso y, a la vez, irracional del porno? Las categorías de
“bueno” y “malo” vuelven el planeta un lugar gris. Y el porno –siempre-
sobresale entre la bruma del pacaterismo: no hace distinción de sexo y raza, es
de todos y todas. Ya sea en un cinco contra uno, en un juego de parejas o en el
uso que quiera dársele, la pornografía estimula el deseo y crea mundos que se
comen a otros mundos. La conformación del tabú avanza en forma paulatina y cada
vez son más quienes admiten “mirar porno”. Así, enmohecidos los VHS, cerrados
los videoclubs, el porno digital permite dar y recibir. Una verdad: Internet
permitió democratizar el placer. Nada enriquece más que el conocimiento y, por
cierto, en el infinito universo del XXX viven todas las alternativas –ahora, a
un solo clic- para elegir tu propia aventura y ser quien quieras ser.
Hernán Panessi
Autor del libro Historia
del cine porno y erótico en Argentina (Editorial Cuarto Menguante) que
saldrá en octubre de 2014.
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