Aristas argentinas de la Saga Torrente

MEDIO: Revista Haciendo Cine
FECHA: Abril 2011
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Es cierto que Argentina se esgrimió, sobre todo, en base a oleadas de inmigrantes españoles e italianos. A riesgo de que exista la posibilidad de olvidar ese gen tan particular (empollado de un crisol racial tan rico como estrafalario), Torrente nos lo recuerda con una saga repleta de aristas argentas. Está claro: hay en José Luis Torrente un patrón argentino. ¿Será la empatización con el imaginario policial? Es una buena posibilidad. ¿Acaso el chanta de barrio tiene la misma concepción psicofisológica que este misógino madrileño? Tal vez. ¿O es, por ahí, la identificación con el fútbol lo que nos pone tan cerca de este degenerado agente de la ley? Quién sabe. Tantos intríngulis acarrean una dialéctica que lleva años. Años y años. Generaciones y generaciones. No es casualidad que, por ejemplo, en Torrente 3: El Protector (2005) varias de las escenas se hayan filmado en Buenos Aires (felicitaciones y cariños a Marcos Mundstock y Mad Crampi por sus respectivos cameos); ni que el mismísimo Sergio Kun Agüero, casi un icono de la cultura pop 2.0, tenga su aparición deluxe en Torrente 4: Lethal Crisis (2011); siquiera que, lejos del canon acostumbrado, se estrene en el BAFICI (sí, BA-FI-CI) con presencia del director.
No hay motivo más suficiente que Torrente en sí mismo, esa película de la que sólo conocimos “oficialmente” sus mieles en el año ’99 con un estreno comercial de míseras 10 copias, para que fuera ganando adeptos y convirtiéndose, así, en la República Argentina, gracias a sus posteriores ediciones en DVD, en una de las películas de culto más festejadas por el corazón popular. Es que Torrente, y no hablo de ningún filme en particular sino de lo que representa, somos -un poco- todos. No es el humor ni la re-interpretación de las especies. Hola imaginario colectivo. Ahí está.

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