Cameo en Diario Publicable (TEA)

Hago un cameo en una nota sobre No Solo en Cines.

Dice (y cito):

Hernán habla de Video Flims como un “proyecto exitoso que da pérdida”.

La nota completa, acá.

Entrevista en CINErgia

Me entrevistaron los muchachos del blog CINErgia. Hablé sobre VideoFlims, distribución de cine, porno y, fundamentalmente, conté porqué creo que es una falta de respeto -pese a lo que diga IMDb- que me pongan a actuar. La entrevista, acá.

Balance 2013: Cine independiente argentino

Escribí un balance del año 2013 a propósito de lo ocurrido en el cine independiente argentino, para el Suple NO, del diario Página/12. Acá, la versión online.

| Por Hernán Panessi


Se terminó. El 2013 está por saltar el risco subrayando con fuerza un concepto: independencia. Y no cuesta tanto pensar que hubo un tiempo, no muy lejano, donde el cine verdaderamente independiente estaba condenado a los márgenes. Y desde ahí, un fortín construido a pura amistad se alzó tras la epopeya de proyectos que trascendieron ghettos para dar el golpe definitivo a la masividad. Asimismo, las orillas encontraron en el centro su resignificación. Como Daniel de la Vega, héroe del terror nac & pop, que ahora filma a lo grande: estrenó comercialmente Hermanos de Sangre y, por estos momentos, rueda de manera industrial Necrofobia. Y el ejemplo es musculoso. De un tiempo a esta parte, buena parte de “los independientes” hallaron su lugar en el mundo vía proyectos financiados por el INCAA. ¿Otro ejemplo? La bomba extraordinaria que resultó Andy Muschietti que pasó del corto Mamá –independiente- al largo ídem -¡hollywoodense!- casi sin solución de continuidad. Y en materia exhibición, la fresca bocanada que resultó la aparición de No solo en cines, a partir de sus proyecciones por aquí y por allá. Y otra granada explota de cerca cuando se conoce el saldo de festivales como el Buenos Aires Rojo Sangre: a) un puñado de cortos facturados por cineastas sub-20 debutaron en pantalla grande, b) más de diez mil personas navegaron sus truculentos mares. A todo esto, un aire bien federal comienza a respirarse en la palestra. Así las cosas, films como Curas zombies en Azul –rodada en Azul-, Sangre Negra –en Carlos Keen-, El salmo de San Lucas –en Carlos Casares, de próximo estreno-, entre otras, remarcan que la unión hace la fuerza y que, mientras más descentralizado esté el cuento, más serán las voces. A la sazón, el 2013 fue un año de producción que cosechará siembra en brevísimo: Los Superbonaerenses, Nacido para morir, Blanco o Negro, Lexter, Tiburón Zombie, Érase una vez en Buenos Aires, Jorge y Alberto, Lucho’s Big Adventure y muchas más. Todo eso verá la luz, en forma definitiva, en el 2014. Y, en sintonía fina, sobran mimos para Daemonium, obra facturada con autogestión que supone una evolución notable en materia fantaterrorífica local. Por eso, una pasada por You Tube, basta. Por eso, también, se huele que el cine independiente sigue abasteciendo de ideas –y de profesionales, historias, matices- a un escenario en constante movimiento pero que, cada vez más, encuentra su rumbo. ¿Cuál? El de hacer, hacer y hacer. Y que se vea, vea, vea. Por eso, el año terminó; pero acá, la cosa, no terminó nada.

Columna de opinión sobre la actualidad del cine de terror en Argentina

La Secretaría de Cultura de la Nación tiene una publicación llamada "Nuestra Cultura". Ahí, me pidieron una columna de opinión sobre el estado actual del cine de terror en Argentina. Esto escribí: http://issuu.com/secretariadecultura/docs/nuestracultura23 (páginas 28 y 29). La edición impresa sale en enero y es, claro, de distribución gratuita. Acá, la mención de la columna en la página de la Secretaría.


De los márgenes al centro
Hernán Panessi
Periodista

Un músculo se desgarra, la sangre sale con presión y unos dientes amarillentos comen las visceras de alguien que aún reposa tibio en la calle. Y entre la irreverencia y la efectividad existe un mundo de buenas intenciones. Por esa senda, siempre sujeta a la prepotencia de trabajo, ha ido transitando su camino el cine de terror en nuestro país. De los márgenes al centro, un convoy de jóvenes llevaron a cabo una revolución: la del cine independiente. Y desde la aparición del largometraje Plaga Zombie –cosecha 1997, manufacturada con apenas unos 150 pesos de aquel entonces- hasta nuestros días, aquella revolución llevó esquirlas hacia lugares insospechados. Y provistos de nada más y nada menos que sus propios medios, estos jóvenes incentivaron a otros tantos a que construyan, consuman y crezcan. ¿Su mayor motor? La acción. Hacer, hacer y hacer. Y empujados por una conciencia superadora a la suma de sus carismas individuales, han ido asomándose desde los bordes –sin que esto resultase un problema- productoras con muchas ideas y poco capital. Una ecuación que, con el tiempo, iría repitiéndose. Así las cosas, con tanta acción vino la profesionalización.

Bajo la intención de entretener, esta generación aglutinó obras de todo calibre. Y floreciendo ante un mercado poco innovador, aburrido y repleto de remakes innecesarias, trajo consigo aires de cambio. Se sabe: los movimientos culturales siempre han sido renovadores de cuestiones vetustas. Las intenciones rupturistas y contestatarias significan, invariablemente, nuevas perspectivas de visión. Pero con el cine de terror hubo mucho de causalidad y poco de casualidad: se hizo mucho, se mejoró mucho. Y esas obras cada vez más maduras comenzaron a tomar notoriedad en el trinomio “prensa-espectadores-festivales”. Y con ello, vino cierta legitimación. De nuevo: de los bordes al centro. Bien vale mencionar que los movimientos culturales, históricamente, han sido poco permeables y éste, a la sazón, encuentra en la amistad –y, por consiguiente, en su permeabilidad, en la capacidad de hacer partícipe a cualquiera- otro de sus pilares. Es que si se repasan los nombres de las obras, todos se funden y confunden entre sí. Se torna apenas visible la línea que divide al quién es quién, donde todos hacen todo con todos. Y de nuevo, hacer. Y otra vez, la amistad.

Hablar de obras en particular –más allá de las canónicas, caso Habitaciones para Turistas, Jennifer’s Shadows o la mencionada Plaga Zombie- sería restarle mérito al movimiento en su conjunto. Y si bien Argentina ha tenido ciertas experiencias con del cine de horror –nunca está de más recordar a Narciso Ibáñez Menta-, pocas veces con la constancia de estos tiempos. Asimismo, ha ocurrido que muchos de los partícipes de proyectos de terror independiente –definamos “independiente” como “autogestionado y sin ligazón a ningún organismo cultural o filantrópico”- están trabajando en el cine industrial. Sus historias son, ahora, financiadas por el INCAA y eso es un paso hacia adelante. Eso, por caso, es crecer. Nobleza obliga mencionar que la última gestión del INCAA ha abierto las puertas para que proyectos otrora negados, hoy sean parte de una palestra que contiene multiplicidad de voces. Y la pluralidad, sabemos, es eje de construcción. Y detrás, se nota, hay gestión: por eso INCAA TV y su programación tan ecléctica como inclusiva, por eso los Espacios INCAA donde hasta la película más pequeña puede conseguir un “estreno nacional”.


Y si hablamos de méritos, las partícipes del cine de terror contemporáneo gozan de una herramienta innata –también desarrollada y voluntariosa- que es: hacer muchísimo con poquísimo. Le propongo a usted, lector, una dialéctica simple: entrar a YouTube y buscar, por ejemplo, “Daemonium”. Y es muy probable que se sorprenda cuando vea –aquí no le voy a contar qué verá- que aquello fue hecho con un presupuesto mínimo y autogestionado. Entonces, la contraseña universal del “hacer” toma dimensión de bandera: hacer para crecer. Y que eso entretenga. Y que aquello cuente una historia, que tenga corazón. Mientras tanto, un postulado se libera como un mantra: amistad, amistad, amistad. Y tras esos dientes amarillentos que desgarran músculos y salpican sangre, el terror argentino sonríe de parabienes.

Stan Lee's Super Hero Ball Wars

Entrevista a los creadores de Stan Lee's Super Hero Ball Wars en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.

| Por Hernán Panessi

“Tenemos que hacer un videojuego”. Eso pensaron Hernán Sáez y Máximo Balestrini cuando se conocieron siendo extras en una película de zombies y quienes, cada uno por su parte, compartían desde hace tiempo la pasión por los jueguitos. Y, claro, no pasó mucho hasta que crearon NAVE, el primer arcade –fichín, como de los viejos que estaban en las peatonales, ¿se acuerdan?- nac & pop.

NAVE nació en 2010 como iniciativa de Videogamo, la empresa de Sáez y Balestrini. Comenzó siendo un juego Flash de uso hogareño, devino en armatoste metálico y nómade. “Llevó un par de años, entre medio hicimos otros más chicos”, dice Sáez mientras recuerda el origen de la criatura. Compuesto por un arcade de acrílico y chapa, NAVE es un game a la antigua: el olor es a Space Invaders y el look a pixelart, con baja resolución y monocromo blanco y negro incluido.

Se trata de un videojuego de navecitas cuyo objetivo es sobrevivir la mayor cantidad de tiempo. Y de ahí, el posicionamiento a un ranking –el aire nostalgioso se pone ancho y el high score se puede chequear vía web- apunta con el dedo a los responsables de las máximas puntuaciones. Ambientado con música de Justice (suena frenéticamente “Stress”), el gabinete estalla en luces cuando los disparos eclosionan en las naves haciendo eco –la resonancia es inmediata- en el cerebro de los jugadores. Mientras eso sucede, una jugabilidad que rememora a los ochenta –cuando se saltaba con el A y disparaba con el B- subraya fuerte la devoción por el vintage.

Antiguamente, Sáez trabajaba haciendo juegos en la compañía Three Melon. Balestrini, también programador, hacía lo suyo con trabajos freelance. “No es que hicimos específicamente este videojuego, sino que fue el proyecto que prosperó”, agrega Sáez. Y es éste, vale resaltarlo, un caso más del pujante avance de la industria gamer en el país, junto con el aumento notable del volumen de producción, la profesionalización del sector y la creación de escuelas.

NAVE que es, también, la excusa para la comunión de un hecho social –el gollete es que puede jugárselo en eventos- pasó por Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Sáez: “Estuvimos en fiestas, boliches, exposiciones, convenciones. Tratamos de ir a los lugares más variados. Desde Tecnópolis hasta un cumpleaños particular”. ¿Qué fue lo más flashero de este tour? “Llevarlo a una casa de fichines del barrio de Flores”. El dato: esa fecha fue organizada por alumnos de la UBA para un corto documental. Y así, la bestia fue vista en su hábitat natural. Y el corto, por caso, se pasó en diferentes festivales, pero aún no está online.


En estos momentos, la dupla de desarrolladores tiene pensado hacer alguna que otra fecha sorpresa en Buenos Aires y, en enero, llevar NAVE a Salta. “Ya más entrado el año tenemos ganas de ir a Estados Unidos y Europa. Nos invitaron de varios lados, pero todavía tenemos que ver cómo llevamos la máquina. Nuestra idea es armar una red de seguidores de NAVE que nos ayuden, con casa y transporte, a hacer posible la movida”, sueña Sáez. Más info y data para jugarlo en www.facebook.com/NAVEArcade

NAVE

Entrevista a los creadores del arcade NAVE en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.

| Por Hernán Panessi

“Tenemos que hacer un videojuego”. Eso pensaron Hernán Sáez y Máximo Balestrini cuando se conocieron siendo extras en una película de zombies y quienes, cada uno por su parte, compartían desde hace tiempo la pasión por los jueguitos. Y, claro, no pasó mucho hasta que crearon NAVE, el primer arcade –fichín, como de los viejos que estaban en las peatonales, ¿se acuerdan?- nac & pop.

NAVE nació en 2010 como iniciativa de Videogamo, la empresa de Sáez y Balestrini. Comenzó siendo un juego Flash de uso hogareño, devino en armatoste metálico y nómade. “Llevó un par de años, entre medio hicimos otros más chicos”, dice Sáez mientras recuerda el origen de la criatura. Compuesto por un arcade de acrílico y chapa, NAVE es un game a la antigua: el olor es a Space Invaders y el look a pixelart, con baja resolución y monocromo blanco y negro incluido.

Se trata de un videojuego de navecitas cuyo objetivo es sobrevivir la mayor cantidad de tiempo. Y de ahí, el posicionamiento a un ranking –el aire nostalgioso se pone ancho y el high score se puede chequear vía web- apunta con el dedo a los responsables de las máximas puntuaciones. Ambientado con música de Justice (suena frenéticamente “Stress”), el gabinete estalla en luces cuando los disparos eclosionan en las naves haciendo eco –la resonancia es inmediata- en el cerebro de los jugadores. Mientras eso sucede, una jugabilidad que rememora a los ochenta –cuando se saltaba con el A y disparaba con el B- subraya fuerte la devoción por el vintage.

Antiguamente, Sáez trabajaba haciendo juegos en la compañía Three Melon. Balestrini, también programador, hacía lo suyo con trabajos freelance. “No es que hicimos específicamente este videojuego, sino que fue el proyecto que prosperó”, agrega Sáez. Y es éste, vale resaltarlo, un caso más del pujante avance de la industria gamer en el país, junto con el aumento notable del volumen de producción, la profesionalización del sector y la creación de escuelas.

NAVE que es, también, la excusa para la comunión de un hecho social –el gollete es que puede jugárselo en eventos- pasó por Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Sáez: “Estuvimos en fiestas, boliches, exposiciones, convenciones. Tratamos de ir a los lugares más variados. Desde Tecnópolis hasta un cumpleaños particular”. ¿Qué fue lo más flashero de este tour? “Llevarlo a una casa de fichines del barrio de Flores”. El dato: esa fecha fue organizada por alumnos de la UBA para un corto documental. Y así, la bestia fue vista en su hábitat natural. Y el corto, por caso, se pasó en diferentes festivales, pero aún no está online.


En estos momentos, la dupla de desarrolladores tiene pensado hacer alguna que otra fecha sorpresa en Buenos Aires y, en enero, llevar NAVE a Salta. “Ya más entrado el año tenemos ganas de ir a Estados Unidos y Europa. Nos invitaron de varios lados, pero todavía tenemos que ver cómo llevamos la máquina. Nuestra idea es armar una red de seguidores de NAVE que nos ayuden, con casa y transporte, a hacer posible la movida”, sueña Sáez. Más info y data para jugarlo en www.facebook.com/NAVEArcade

Mención en el Diario Diagonales sobre el ciclo Espacio Queer

Lxs amigxs de Espacio Queer, de La Plata, me invitaron a presentar la película Empaná de Pino (Wincy, 2008). Esto dijo el Diario Diagonales sobre el ciclo.

Menciones de la entrevista a Alejandro Urdapilleta

El diario Clarín hizo mención a la entrevista con Urdapilleta. Dijo:

Alejandro Urdapilleta era un personaje de esos que escasean en el mundillo artístico: hacía realmente lo que se le daba la gana. Odiaba el culto a la fama, odiaba la televisión, odiaba el dinero, y lo decía. Cultivaba un perfil cada vez más bajo: en los últimos años estaba más abocado a escribir que a actuar. “Actuar me gusta cada vez menos”, confesó hace poco a la revista Haciendo cine, en la que quizás haya sido la última entrevista que dio. 

También lo hizo Espectadores.wordpress.com. Bien ahí citando fuente.

Última entrevista de Alejandro Urdapilleta

Murió Alejandro Urdapilleta. Los que hacemos cosas -e intentamos desesperadamente dejarle algo al mundo- vamos a extrañarlo todos los días. Por cuestiones del destino, tuve un pequeñísmo cameo en su historia: me condeció la última nota que dio en su vida. Y para mí, fue un enorme momento de mi carrera periodística. Mucho más, sabiendo que hace años no brindaba notas a los medios. Y Urdapilleta no era sólo un actor, tenía un plus: era mejor que todos los demás.

[...] -¿Por eso no te gusta dar notas en la televisión?
- Sí, porque no me gusta la televisión ni la publicidad ni la plata. Me parece que esas cosas son enemigas de la humanidad. Odio a ese monstruo tira caca que es la televisión. No quiero estar; no quiero pertenecer a ese mundo. Ése que fagocita y escupe. Es un alimento malísimo. He hecho cosas para televisión, sí, pero no me gusta eso de dar reportajes. Me da vergüenza la televisión. Primero, soy vago: me gusta estar en mi casa cagándome de risa. Y segundo, no tengo ni ropa para ponerme. Tampoco tengo los dientes blancos. No sé… No me gusta ir a contestar preguntas pedorras para llenarle el programa a Susana Giménez.

Acá, pueden leer la completa: http://www.haciendocine.com.ar/content/“actuar-me-gusta-cada-vez-menos”

O, mejor: compren la edición de noviembre de la Revista Haciendo Cine.

Entrevista en Que sea lo que el rock quiera (FM 89.1)

Entrevista en Que sea lo que el rock quiera (FM 89.1), a propósito del Buenos Aires Rojo Sangre.

Kick-Ass 2

Nota sobre Kick-Ass 2 en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.

Por Hernán Panessi

Algo está pasando. Pese a que Argentina es una plaza importante para la nerdencia global, alguien puso el freno de mano y Kick-Ass 2 estuvo a punto de abortar misión en las salas locales. Inicialmente distribuida por UIP, la secuela de Kick-Ass iba a tener su arribo en el mes de septiembre pero, en medio del raid promocional –si hasta fue tapa de la Revista La Cosa-, la distribuidora suspendió su estreno. Y desde la web, un convoy de cinéfilos se movió como una tromba e hizo sentir su presencia. El anhelo era uno: que se estrene Kick-Ass 2 en nuestro país. Village Cines escuchó el reclamo y compró los derechos de exhibición. Así las cosas, se estrena el jueves 24 de octubre.

¿El motivo de aquella tribulación? Los pocos espectadores que traccionó la primera parte: apenas unos 17.000. Por eso, desde UIP decidieron parar la mano. Se escuchó por ahí que “los estándares para promocionarla eran muy caros”. No obstante, es éste un caso curioso -de esos donde Internet mete la pata-, ya que Kick-Ass logró muchos adeptos que la vieron por fuera del cine. Sí, a pura piratería. Y que sea lo que sea.

Finalmente, Village se hizo con Kick-Ass 2 y la estrenará en 8 complejos en formato digital. Y se trata de un experimento de distribución, ya que no es habitual que se exhiban películas de las denominadas tanques antes de las elecciones. Resulta sabido que ese día –los domingos son de los denominados “fuertes” para la taquilla- existe la posibilidad de que no abran los cines. En consecuencia, podría sentir esquirlas de lo vivido aquel junio de 2010 y sus escasos concurrentes.

Otras experiencias: el país vecino de Colombia, por ejemplo, la tuvo una semana en cartel. Y según el sitio Box Office Mojo, en Estados Unidos recaudó unos 13 millones de dólares en su primer fin de semana. ¿La recaudación total? Más de 40 millones. Mientras tanto, ya anunciaron la salida del blu-ray para el 17 de diciembre. Y en Argentina, el desenlace fue curioso: el bullicio generado en Facebook y Twitter –en la red social del pajarito hubo un trending topic que colaboró fuerte con la causa: #KickAssEnCines- hizo que una cadena de cines adquiriera los derechos del film. Y acá, en rigor de verdad, la demanda del público se hizo sentir.

Por estas pampas, hubo otro anclaje pop respecto al caso Kick-Ass cuando, en 2007, el cineasta Sebastián De Caro lanzó un cómic que respondía al nombre de Doméstico, la historia de un chico común –con intenciones de levante y algunas otras de justicia- que portaba un traje verde y amarillo. Y un año después, la dupla Mark Millar y John Romita Jr. haría la historieta de Kick-Ass. “Me llamó Diego Greco, el dibujante, y me dijo: ‘nos robaron’. ¿Quién nos va a robar esa idea que estaba recontra hecha? ‘Mirá este trailer’, retrucó Greco. La primera vez que lo vi no lo podía creer”, apunta De Caro. Y agrega: “Vi el traje y era igual; el pibe era igual, caía en la basura, no tenía poderes”. ¿Operación conspiranoica o sincronicidad cósmica? Como sea, no hubo juicios ni pasó a mayores. Pese a ello, la duda del plagio persiste.

Otra de las arterias que llevaron resonancia al kickassgate fueron sus ediciones locales en papel. El sello Ovni Press lanzó con éxito Kick-Ass en una lujosa edición de tapa dura. Y ahora, por su parte, sacó Hit-Girl, un puente entre la primera y segunda parte de Kick-Ass, que también está a la venta. “Los derechos de Kick-Ass son de Millar y Romita Jr. y, para su publicación en Argentina, Marvel nos hizo de intermediario”, comenta Martín Casanova, encargado de traer este material al país.


Y algo pasó: historietas, estrenos comerciales, plagios, cibercomunidades que reclaman. La noticia, entonces, apunta todos los cañones a una figura remarcada por la WWW: el público es el que manda. Asimismo, las redes sociales manejan el pulso de la opinión pública y, a las claras, influyen en ciertas decisiones comerciales. Por eso, ahora sí, bien vale señalar que la premisa de “lo que tenga que ser, que sea; y lo que no, por algo será” puede doblarse al punto de partirse... siempre y cuando haya del otro lado una conexión y un humano con muchas ganas de expresarse.


Entrevista en Cultra a propósito del cine gore en Argentina

Me entrevistó Andrés Kilstein para la revista Cultra a propósito del cine gore en Argentina.

En Argentina la palabra obtuvo su deformación rioplatense: aquí los adeptos de este género cinematográfico dicen, tal como se escribe, Gore, pronunciando la E final. El Gore es una tradición proveniente de los Estados Unidos, ligada a cierto goce del espectador por la truculencia, la sangre, las tripas. Su desarrollo en nuestro país es paralelo al del festival de cine de género Buenos Aires Rojo Sangre. La estética, que abarca tópicos variados de zombies, mutantes, alienígenas, ha producido su pequeño nicho de consumidores y productores. Este reducido círculo permitió la emergencia de Gorevision y Videoflims, productora la primera, distribuidora la segunda, ambas animadoras incuestionables de la escena fantástica local. “En Argentina la posta la toman unos jóvenes de Haedo, quienes conforman la productora Farsa. Es el primer atisbo del cine independiente de explotación en el país.  Aunque manejan una truculencia más desde lo pop, las vísceras en plan comedia” – explica con un timbre cargado de brillo Hernán Panessi, un joven que, entre muchas actividades, dirige la distribuidora Videofilms. Con este sello edita y distribuye DVDs de películas fantásticas y de género, a lo largo de una red vasta y federal con más de cuarenta puntos, principalmente tiendas de alquiler de DVDs y locales de comics. “La distribuidora permitió juntar a realizadores que andaban sueltos. Decanta naturalmente en un producto de nicho, pero, en el videoclub termina exhibida una película Gore al mismo nivel que El secreto de sus ojos”, explica Panessi.

A través de estos emprendimientos, el género en Argentina experimentó una notable revitalización, acompañado por la vehemencia de sus fieles espectadores. “Se presupone que los films Gore generan rechazo en el público, pero por el contrario el resultado es la empatía”, asegura. Según el cinéfilo, el fenómeno se refleja en el éxito del festival Buenos Aires Rojo Sangre, de cuya organización participa. En 14 años de existencia (casi la misma trayectoria que el BAFICI) no ha parado de crecer en programación y en público, para alcanzar en su edición pasada los 20 mil espectadores.

Según Panessi el Gore está en un buen momento empujado por un fenómeno más amplio y quizá insólito: la aprobación de la que goza el cine fantástico argentino entre el público e instituciones de fomento. El dato señala el pasaje del Nuevo Cine Argentino, de un registro más bucólico y minimalista, a la revitalización del cine de género. “En el Festival de Mar del Plata, el más importante del país, hace 4 años que viene premiándose a este tipo de films. Ganaron Pompeya de Tamae Garateguy, Mi Reino por un platillo volador, de Tetsuo Lumiere, Diablo de Nicanor Loreti, Hermanos de Sangre de Daniel De la Vega. Como es un festival clase A marca el pulso, la prensa lo refleja y el público dice: acá hay algo. El INCAA, por lo tanto, comenzó a financiar estas películas”.

Gorevision es una productora amiga de Videoflims, de realizaciones groseras y divertidas, que surge a fines de la década de 1990. Su director, Germán Magariños, explica que tiene en su haber quince películas de las cuales las más célebres son Sadomaster I y II y Goretech: Bienvenidos Al Planeta Hijo De Puta!. El mismo Panessi ha participado en la última, una referencia a Robotech, a Star Wars, a los juegos en 8 bit, a Rocky. El joven la caracteriza como una película “apta para ningún público. Llena de pijas, de tripas, de sinsentido”. Interrogado sobre si la actuación en este film involucró la puesta en cámara de sus atributos sexuales, reconoce que su miembro viril fue reemplazado por el de un negro para sumar al efecto. “Gorevision es un grupo muy rockero, muy varón, y sus películas están llenas de pijas, cargadas de sexo oral. Son películas tan gay que no son gay”, afirma Panessi, que también es periodista.

Los films de Gorevision han tenido pantalla en el exterior, tanto en festivales como en su circulación en DVD en Estados Unidos. Magariños explica que en los primeros años presentó películas para un festival mainstream como el de Mar del Plata pero que no fueron aceptadas y ya no le interesa más presentarlas.

Gorevision y Videoflims están ahora con mucha actividad. La primera terminando una película que remeda haber sido filmada en súper 8  hallada en un viejo archivo de la década de 1960. Videofilms está abocada a la realización de  Lucho’s Big Adventure que sinestar terminada ya se perfila como la película nerd argentina de culto. Algo peculiar del proyecto: reúne a Farsa, Videoflims, AB, Fomento y casi todas las productoras del segmento. Panessi explica:
“Es así. En el Gore todos somos amigos”

Publicada en Revista Cultra 

Entrevista en el programa Catarsis por Radio Estación Sur

Entrevista en el programa Catarsis por Radio Estación Sur a propósito de VideoFlims y la autogestión.

Luciano Saracino

Entrevisté a Luciano Saracino en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.

| Por Hernán Panessi

En los caireles de la literatura, pero sobre todo en el de las historietas, hay un concepto llamado “what if...?”. Es decir: “Y si...” o “¿qué habría pasado si...?”, ucronías con las cuales se suelen formular las premisas de la historia contrafáctica. Hordas de zombies comiendo a Juan Díaz de Solís, el primer navegante español en llegar al Río de la Plata. Sangre derramada, músculos cortándose, venas que expulsan chorros de veneno. Ni viruela, ni fiebre amarilla: brotes de virus zombies en la historia argentina. ¿Qué habría pasado sí...?, se lo preguntó el autor Luciano Saracino en Argentina Zombie: Historia oculta de la patria, el what if...? que, es probable, nunca se lea en los colegios.
                       
“Si querés entender la historia argentina desde este libro: estás mal”, dice Saracino. Es que su último trabajo -¿autoeditado? No, ¡salió por Random House Mondadori!- tiene anclaje en una fábula, pero también en lo verídico. (Por acá también jugó Gabo Ferro con: Barbarie y civilización: Sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas.) “Me junté con historiadores. Lo que cuento es todo real, pero trabajé de forma diferente el concepto del ‘otro’. Es como: ¿qué tiene que pasar para que Mauricio Macri entienda al cartonero”, arremete el autor. Y es sabido que suele partirse de posiciones etnocéntricas para entender la otredad. Los europeos, por ejemplo, acuñaron la idea del descubrimiento de América para referise a su llegada al continente, negando desde el lenguaje la existencia de otro. Y aquí, el zombie es el otro. “Una hermosa metáfora del capitalismo”, dirá.

Un cielo azul, la cordillera nevada. Un pecho abierto, una postura de titán y un coloso de capa y espada. Como una novedosa forma de entrarle a la historia, Saracino también guinó El General San Martín, vía el sello Ovni Press. Y en ese cómic, San Martín era una suerte de superhéroe. “Un Superman”, corrige. Saracino: “¿Sabés por qué no me gustaba la historia? Porque me la contaban para el ojete”. Es que lo lúdico, también, puede resultar efectivo para una primera aproximación al conocimiento de ciertos temas. A la sazón: la historia, con sus tiempos lánguidos asociados a la escolaridad. Y ahí, Argentina Zombie: Historia oculta de la patria toma otra significación: la de un libro de historia con un fuerte matiz ficcional.

¿Saracino es joven? Sí, tiene 35 años. ¿Recién comienza su carrera? No, empezó en su adolescencia a escribir revistas de cumbia –la Voces Musicales- y hoy tiene unos 55 libros editados en todo el mundo. Desde poesía hasta crónica periodística, pasando por novelas e historietas para adultos. Sin embargo, lo que más reluce en su universo son libros para chicos. “Paso catorce horas por día escribiendo. Si me preguntás si esto lo planeé, te digo que no. Salió así”, señala. Además, en la actualidad, escribe ¡4! series en simultáneo para Paka-Paka. Confirmado: no para.


Viajes por el mundo –charlas y presentaciones-, una agenda apretadísima –reuniones aquí y allá; ¿la última? Con Billiken- y una capacidad de producción inagotable –“me inspira casi todo: salir a la calle, viajar en transporte público, todo”- hicieron de Luciano Saracino uno de los autores más en boga del país. Incursionó en TV abierta –guionó Germán, últimas viñetas, emitida por Canal 7- y ahora hará cine: “Escribí Necronomicón, una de terror a partir de una historia que vincula a H.P. Lovecraft, con Borges y la Biblioteca Nacional”. Y en el fragor de su producción –no hace falta ningún what if...? para esperarlo-, es muy probable que cuando estos caracteres se conviertan en tinta, sus libros ya sean 56, 57, 58 o 1000.

Texto para los 18 años de La Nave de los Sueños

Texto para los 18 años de La Nave de los Sueños. ¡Feliz cumple, genios!

Me pasa algo con Gabriel Patrono y La Nave de los Sueños. Creo, es admiración. Es que provengo de los márgenes. Y éstos –Gabi, La Nave y los márgenes-, me simpatizan. Mucho, fuerte. Mi primera aproximación a La Nave se dio hace, más o menos, unos ocho años. Yo estaba con una novia de acá para allá. Éramos inquietos y, en consecuencia, curtíamos todos los eventos que había en el momento: recitales, festivales de cine, ciclos de poesía, museos, todo, todo, todo. Y como siempre fui fetichista de las cosas, un día tomé –vaya a saber de dónde- un catálogo de La Nave. Y lo conservé, sin saber qué era aquello ni para qué iba a guardarlo. Tiempo después, ya mucho más metido en los menesteres del Periodismo y la distribución de cine, apareció un vínculo real, físico. Y ese catálogo tuvo caras, movimiento, acción. Y escuché repetir un nombre como un mantra: “Gabi Patrono, Gabi Patrono, Gabi Patrono”. No sabía quién era ni qué hacía en La Nave, pero mis compañeros de VideoFlims –nuestro humilde sello de cine indie- hablaban de él como alguien necesario. Como una contraseña a pertenecer. Eso fue hace unos cuatro años. Entonces, podría decir que mi relación con La Nave es joven, pero no por eso menos intensa. Hicimos de todo juntos: charlas, presentaciones, textos, hasta alguna película fallida. Y, desde el primer día, algo no cambió: cada vez que piso alguna de sus funciones, me invade mucho más que admiración. Me contagian unas ganas imposibles de hacer cosas –pequeñas, megalómanas-, me transmiten una fe –en los márgenes, en los proyectos, en la amistad- que nunca pude volcar en palabras. Por eso conservo aquel catálogo, por eso ahora soy yo el que repite como mantra: “La Nave de los Sueños, La Nave de los Sueños, La Nave de los Sueños”. Sí, creo que es admiración. Y seguramente sea mucho más. En verdad, no lo sé bien. Es que el sentimiento –aquel de ser como ese noviecito inquieto- es intransferible. Como la mística. Esa que se tiene o no se tiene. Y La Nave, posee la molécula que contiene a todas las místicas. Y está dispuesta a prestarla a todo cosmonauta que quiera –como yo, como tantos otros- subirse a ella. A la mística, a La Nave. Que es una y somos todos. De aquí y para siempre.

Apareció El Sátiro, la primera película porno de la Historia

Hace años que quiero dar con El Sátiro, la piedra fundacional del cine porno mundial. ¿Su fecha de origen? Entre 1907 y 1912. Supe que allí había un fauno y algunas ninfas teniendo sexo al aire libre, a la vera de un río. Supe, también, del rumor que zumbaba a propósito de un coleccionista europeo que tenía una copia. Y que, en teoría, nunca quiso democratizar. Investigando, di con muchos testimonios de época que decían haberlo visto. Y la reconstrucción de la historia apunta con mil cañones a nuestro país. Sí, El Sátiro sería argentino. En el sitio Silent Era –portal que contiene información a propósito de la historia del cine silente- hay una imagen del supuesto cortometraje. Se ve, en efecto, al fauno. Por su parte, el sello norteamericano Something Weird Video, tal vez el más incisivo en esto de conseguir rarezas, encontró hace tiempo una supuesta copia de El Sátiro que incluyó en The History of Pornography, un compilado VHS con porno de época. Cristian Sema dio con esa copia y todo parece indicar que estamos ante una pieza fundamental del cine: nada más ni nada menos que el origen del porno mundial.

 Este texto apareció originalmente en el blog de RaroVHS.

Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses

Escribí sobre Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses para el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.


| Por Hernán Panessi

Corría el año 1995 y la avanzada del anime en la Argentina hacía su primer desembarco. El canal Magic Kids era algo grande para los chicos. Primero, llegaron Los Caballeros del Zodíaco. Luego caerían por acá Sailor Moon, Los Supercampeones y un programa dedicado 100% al mundo nipón: El Club del Anime. Sin embargo, el mascarón de proa de aquella vanguardia japonesa sería Dragon Ball. Y desde ahí, toda una generación quedaría marcada a fuego.

En las páginas de la Shonen Jump –la revista Fierro de allá- salió publicado por primera vez el manga de Dragon Ball. La creatividad de Akira Toriyama, su creador, estaba sostenida en una fórmula sencilla: buscar las Esferas del Dragón, enfrentar peligros y, finalmente, pedir un deseo. Así, 42 fueron los libros editados. Y de esa tinta se desprendieron 2 series animadas: Dragon Ball –estrenada oficialmente en nuestro país en abril de 1997- y Dragon Ball Z –en mayo de 1998.

Por aquel entonces, ese cartoon musculoso interpeló a toda una generación: a los adolescentes, con sus batallas; a los niños, con sus aventuras. Es que Dragon Ball posee el devenir arquetípico del héroe: se lo ve crecer, madurar, tener hijos y salvar al planeta una y mil veces. ¿Su motor? Los desafíos. ¿Su objetivo? Ser siempre el mejor. Casi, como un manual para la vida. Y ese héroe tiene nombre. Uno tatuado en el imaginario pop: Son Goku. El mismísimo Goku –que no necesita más presentación que un ¡Kaaame Haaame Ha!- fue, desde siempre, la contraseña a la felicidad absoluta. Una caja de Pandora que nunca dejó de latir ni de escupir subproductos –GT, remasterizaciones, films directos a video, el corto argentino Otakus, una cantidad infinita de cosplays, muñequitos y todo lo que pueda ser comercializado- y que, años después, regresa para vomitar encima de la aburguesada que se pegó el anime.

Año 2013 y Goku vuelve a los cines. Se estrena Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses. Y esta reaparición tiene un porqué: se llama Internet. La generación criada al calor de los rayos catódicos desprendidos por Dragon Ball devino en los líderes de opinión de la web. En aquellos que marcan el pulso de todo, los que manejan las redes sociales, los que ponen cosas de moda (llámese: tecnología, ropa, comida, anime o tal) y los que, sí, mandan. Y Dragon Ball, en Internet, al ser canónico, manda. Su retorno es producido por un efecto nostálgico. Por la mueca de revivir lo añorado. Por sentir, de nuevo, que se puede resignar a crecer por, al menos, una hora y media.


La explosión del anime en los ’90 y en los primeros 2000 forjaron el gusto de quienes hoy tienen entre 20 y 30 años. Por eso, ese convoy comprará sin titubear su ticket para ver esta batalla entre dioses. Y allí, un enemigo más fuerte que todos los anteriores anda con ganas de destruir la Tierra pero, claro, Goku y los suyos harán lo propio para detenerlo. El guión sigue siendo parecido a sus viejos episodios. Y, aún así, Dragon Ball, en su dimensión de mito, siempre será algo grande para los chicos. Y, ahora que el tiempo hizo lo suyo con los espectadores, también lo será para los grandes.

Avengers: Guerra Eterna

Escribí en el Suple NO, de Página/12, sobre el lanzamiento de Avengers: Guerra Eterna. Acá, la versión online. 

| Por Hernán Panessi

Las primeras veces siempre son especiales. Se cortan solas por ser únicas, históricas e iniciáticas. Así, la historia de Avengers: Guerra Eterna quedará anclada en ser la primera vez –única, histórica, iniciática- que un cómic encuentre su lanzamiento simultáneo a nivel mundial.

Se sabe: las editoriales del mundo suelen recibir el material después de publicado en su lugar de origen. Por caso, los cómics digitales llegan casi al instante y en unas semanas están disponibles para traducir, maquetear e imprimir. “Y aquello, para su edición en papel, toma tiempo, se corre con desventaja”, dice Martín Casanova, editor de Ovni Press, el sello que representa a Marvel en Argentina y que lanzará por aquí la novela gráfica Guerra Eterna.

La ficción, escrita por Warren Ellis y dibujada por Mike McKone, comienza en algún lugar del medio oriente donde unos rebeldes derriban un drone norteamericano. Inmediatamente descubrirán que no es un drone, sino una especie de “criatura de avanzada”. Su origen es difuso: tiene matices asgardianos -como Thor- y posee una suerte de retrotecnología -que lo vincula con Capitán América. Entre tanto, Los Avengers revelarán que existe una empresa británica que desarrolla estas “máquinas vivas” y las terceriza a otros gobiernos para iniciar guerras a distancia. Hay acción y misterio, diatribas y runflas políticas. Y hay, sobre todo, una crítica solapada al papel estadounidense para con las guerras.

El 2 de octubre es la fecha planeada por Marvel para ofrecer su lanzamiento mundial. “Fueron minuciosos con el cumplimiento de las partes. Hicieron hincapié respecto al diseño original. Nosotros rellenamos con tapas alternativas, pero fuimos muy rigurosos con todo”, apunta Casanova. La edición criolla valdrá, más o menos, unos 180 pesos y pinta deluxe: con tinta plateada, laca sectorizada, tapa dura y lomo cosido con hilo.

Bajo esta movida, Marvel planea dar lucha a la piratería buscando que cada país tenga su versión local. Se re sabe: las historietas piratas están disponibles el mismo día de su publicación en Estados Unidos, por lo cual se desfavorece al resto de los mercados. “De esta manera, no competimos con los yanquis, ni con los españoles, ni con la piratería. Es ésta una búsqueda de Marvel por brindar exclusividad y proteger a sus representantes mundiales”, agrega Casanova.

Guerra Eterna tendrá, el día de su lanzamiento, una presentación formal en un hotel del centro porteño. Sólo unos pocos -se habla de unos 30 afortunados- podrán acceder al evento a través de una pre-acreditación que se dará a conocer en el Facebook del sello (buscar: Ovni Press Editorial). Y resultará éste un nuevo hit para Ovni Press: anteriormente, fue la primera editorial en sacar por estos pagos un cómic en tapa dura. ¿Cuál? Kick-Ass, que está agotadísimo.


No se sabía: Marvel ya anunció un segundo libro, ahora sobre Spider-Man. Su nombre, Family Business. Y tratará sobre la hermana perdida de Peter Parker. Y se sabrá: ya no será una primera vez, pero sí asumirá la –naciente, ex inédita- sana costumbre de acercarnos con regularidad a los lanzamientos mundiales.

En contra de las series

Escribí en contra de las series en el #15 de la Revista Irrompibles. El scan, acá y acá.

En contra de las series

Las series forman parte del cotidiano. Los espectadores han abandonado al cine para abrazarse al calor de los rayos catódicos. El tiempo invertido. El manejo de la culpa. La matemática y su productividad. La impostura por pertenecer. El adentro y el afuera. El poder chamánico del “no”. | Por Hernán Panessi (@hernanpanessi)

El hombre de nuestros días vive tratando de causar buena impresión. Su principal desvelo es la aprobación ajena. Para lograrla existen diferentes métodos y estrategias. Una de ellas, muy común por estos tiempos, es seguir series. Y la patria mass-mediática se ha encargado de señalar con el dedo bien turgente que, hoy, no ver series es sinónimo de quedar afuera. Porque, claro, hay que saberlo: para todo, hay un afuera y un adentro.
En las redes sociales, ahí donde vive el Demonio, allí donde Mefistófeles muestra su cara más tentadora, se replica el gusto por las series. ¿Seguir quince temporadas? ¿Anclarse en una historia movida por un episodio piloto vendido a las corporaciones para ver si pican? ¿Años de acompañar personajes cuyo máximo combustible es el rating? En la obra de stand-up Rococó, la actriz y comediante Bimbo dijo: “¿Quieren que sus parejas duren juntas? Engánchense con una serie. Se mantienen más unidas que con una criatura”. Y tiene razón. Ese lazo imaginario que tejen perversamente las series lleva a una adicción similar a la del paco. Todos lo sabemos: Lost vendía paco. Aún así: ¿quién no estuvo enganchado con Lost? Es que los hambrientos consumidores del paco catódico se desesperaban con los cliffhangers que sostenían de los pliegues a todos. Entonces, ¿cuál es la solución? Un momento: ¿la hay? Aparentemente sí: decirle “no” a las series.

El cálculo matemático

No hay que ser Adrián Paenza o Descartes o John Forbes Nash Jr. para advertir la simpleza apacible detrás de los caracteres que vienen a continuación. Hay un cálculo matemático que todos deberían hacer: ¿pensaron alguna vez en la cantidad de –por ejemplo- películas que pueden ver en lugar de la temporada X o Y de una serie? Tomemos como parámetro a un hit: Breaking Bad. Su quinta temporada finaliza el 29 de septiembre de 2013. 16 son sus episodios. 47 minutos, la duración de cada uno. ¿La cuenta? 16 x 47, episodios x duración. ¿El resultado? 752 minutos de una sola serie. Vamos de nuevo: el promedio de duración de una película es de 90 minutos. Por tanto, el equivalente a una temporada de Breaking Bad da como resultado el visionado de 8,35 películas. 8 historias completamente diferentes entre sí. La fábula de encariñarse con muchos personajes. Y que los problemas –otra vez: 8 problemas- sean de otros por un rato. Y esa diversidad, alimenta la experiencia. Esa pluralidad, engorda la pericia. En la variedad está el secreto. La explotación del único amor catódico es una posición burguesa ante esa curiosa entelequia llamada “entretenimiento”.
Y esa ecuación toma una dimensión sideral cuando se contempla la integridad de una serie. Breaking Bad tiene 5 temporadas de entre 7 y 16 episodios. Hasta el momento –y nadie asegura que vaya a terminar en la quinta- tiene un total de 54 episodios. Nueva ecuación a la vista: 54 x 47. 2538 minutos del drama de Walter White. Y aquel es el equivalente a –presten atención acá- 28,2 películas. Nadie niega de la calidad de ciertas series. El ejemplo de Breaking Bad no es arbitrario: a) es actual, b) es una de las mejores. Descartemos, también, el compromiso desgastante de la fidelidad devota para con las series. Por eso, para culposos del tiempo, para sibaritas de la variedad, es tocar un culo en lugar de veintiocho.
En el mismo encuadre de situación, The Walking Dead, el trabajo desprendido de la mente de Robert Kirkman, y cuyo piloto –excelente, por cierto- fue dirigido por Frank Darabont, va por su tercera temporada. Una historia de humanos sobreviviendo a una epidemia zombie. 35 episodios de 48 minutos cada uno. ¿Cuánta tela se puede cortar sobre un tópico harto explorado como el de los zombies? ¿Queda vida después del cine de George A. Romero y los exploitaitions italianos? The Walking Dead -¡el cómic va por el número 110 y sigue saliendo!- refleja la repetición en su máxima expresión. Zombies, zombies y zombies. Y al cálculo de los minutos y la culpa se le suma la variable qualité. ¿Toda su segunda temporada no es, acaso, un Gran Hermano con zombies? ¿Su tercera temporada no es el bonus track que nadie pidió? ¿La primera no había terminado ya de una forma improbable? A la sazón, ¿se acuerdan de Lost? ¿Cuántos humanos se sintieron defraudados por el final de Lost? Qualité. Culpa. Paco. Adicción. Palabras que podemos dejar atrás –de aquí y para siempre- evitando doblegarnos y decir “no” a tiempo. Vale la pena intentar el camino más difícil, el camino del “no”. El camino de preferir muchas experiencias a una sola. Y si queremos que el mundo piense que somos geniales, evitemos la impostura. Sepamos que lo más convincente es la experiencia. Preferir variedad al tedio inculcado. O ser francos y, simplemente, evitar “pertenecer”. Hacer lo contrario como forma subversiva o, por antonomasia, encontrar el orden natural de las cosas.
Mientras llegan esos tiempos, podríamos empezar a fingir que no fingimos.  

Porno, Sasha Grey y cultura pop

Hablamos con Srta. Bimbo y Alejandro Lingenti sobre porno, Sasha Grey y explotó la cultura pop en Spam.

Informe sobre porno nacional en CQC

Informe sobre porno nacional en CQC. Un día caluroso de septiembre, me entrevistó Gonzalito en el Buttman de Av. Corrientes.

Julio y Agosto

Entrevista a los Julio y Agosto en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.

| Por Hernán Panessi

Alguna vez, el caricaturista Gustavo Sala definió a los Julio & Agosto como unos dulces. En aquella viñeta, un torrente de azúcar bañaba a los músicos. Y en un caserón de Caballito, esos de escaleras largas y habitaciones con techos altos, ensaya una mini-orquesta cancionera, un tropel de personas dulces, azucaradas. Y con la camaradería como contraseña, los Julio & Agosto acaban de editar su segundo disco: El ritmo de las cosas. Y aquí, tras esos temas cándidos, hay algo triste que sobrevuela el ambiente. Una dualidad poderosa: mitad melancólica, mitad alegre.

Su primer disco oficial –de título homónimo- fue grabado a fines de 2010 y principios de 2011. Marcelo Canevari, contrabajista, dice que “con el CD en mano, las cosas cobraron otro carácter”. Y, ya con ese disco en la calle, sus primeras fechas resultaron tocatas en casas de amigos y galpones variopintos. Ahí, invitaban a todo el mundo a que se apersone. “Vengan, va a haber comida”, repetían como un mantra para aumentar su convocatoria. Y la aumentaron. Muchísimo.

Hay un “elemento Beatle” en su imaginario. Uno sostenido en mecanismos atractivos para gente no tan melómana, pero que al mismo tiempo expresa una onda para nada convencional. “Queremos ser sencillos sin caer en lo facilista”, opina Miguel Canevari, guitarrista. “Sin embargo, El ritmo de las cosas tiene una manera sana de ser pretencioso”, añade Juan Buonuome, cajón. Y la pregunta es: ¿de dónde surge el nombre de la banda? “Nace a partir de una votación por MSN, allá por 2006. El dilema era entre Julio & Agosto y Godines. Menos mal que ganó Julio & Agosto”, dice Santiago Adano, guitarra y voz. Y agrega: “Todavía ni había una banda, éramos algunos flyers y un Fotolog”. Por caso, un flog que todavía perdura: www.fotolog.com/julioyagosto

Pocos saben que antes del primer larga duración, los Julio & Agosto grabaron un disco en vivo en el Pachamama para, con el dinero ganado, viajar a Bariloche. Se llamó: Promediando el show. “Era todo bien hippie, con cajitas artesanales cosidas con tela”, ironiza Adano sobre su pasado. Aquello fue en el año 2009. “Lo loco es que mandamos a Miguel a hacer el disco e hizo unos CDs con datos, en lugar de unos con audio. Todavía los tenemos. Hay que prenderlos fuego”, apunta. Y todos ríen cómplices, incluido Miguel.

Uno de sus hitos fue haber dado un show en La Trastienda. Por eso, Adano reconoce que “para mí, que ni me recibí, tocar ahí fue como decir: llegamos”. Y luego de generar su propio universo –con zombies, Godzilla, King Kong y un poderoso anclaje en los cómics-, supieron rodearse con gente luminosa. A la sazón, los Julio & Agosto mantienen un fuerte vínculo con, por ejemplo, el historietista Ayar B., quien siempre los agita con sus garabatos. Y sobre ese runrún entre dulce y amiguero, pero también tristón y perdulario, confiesan: “de Sala esperábamos un dibujo con pijas en nuestras bocas”. Y otra vez, la dualidad.

El ritmo de las cosas es su último y flamante disco. Ya está colgado en la red –fue el más escuchado durante el mes de agosto entre los discos locales en Bandcamp- pero de momento no tuvo su edición física. “Creo que es un disco de la concha de la lora, aunque la experiencia se completa en vivo. Las cualidades de la banda se lucen mucho más ahí”, dice Leandro Aspis, trombón y voz. “La noche que lo subimos, nos juntamos a llorar como si fuera año nuevo, con garrapiñada y sidra”, comenta Guido Gromadzyn, violinista. ¿Saldrá en físico? Parece que en brevísimo. Y lo hará vía Monqui Albino. Mientras, lo escuchan acá: www.julioyagosto.com

Monqui Albino es el sello desde donde los Julio & Agosto editan y difunden conjuntos independientes. Se trata de un frente de bandas entre los que están Ivo Ferrer, Persona, Los Niños y muchos otros. “El objetivo es hacer fechas para financiar discos de quienes lo conforman”, completa Luciana Cuneo, violinista. Y desde allí, planean sacar El ritmo de las cosas en casete. Con la alegría y la camaradería de siempre, sí, pero ahora también con toda la melancolía del lo-fi.


Los Julio & Agosto tocan el 21/09 en el Centro Cultural Matienzo (Tte. B. Matienzo 2424, Palermo).

Testimonio en nota sobre César Jones para De Garage

Brindé testimonio en una nota sobre César Jones para De Garage. La escribió mi colega Juan Barberis.

Dice así:


Con un claro trazado académico y un amplio gusto por directores que van de Andréi Tarkovski a Gerard Damiano, Jones le redobló la apuesta al porno nacional. “César Jones es un cineasta sofisticado. En su obra, pueden verse las venas abiertas de un tipo lleno de inquietudes, de un explorador del vado, de un Indiana Jones de los márgenes”, dice Hernán Panessi, periodista y autor de “Pornopedia”, libro de salida inminente que repasa la historia completa del porno nacional. “Su escuela es la universidad, lo académico, lo formal. Y su discurso -su verba letrada- complementan sus películas perfectamente. Ahí, busca y revuelve en los sueños, en los discursos, en los meta-relatos, en la intersexualidad. Le endilgan ser el Lars Von Trier argentino: es, ni más ni menos, que la pata intelectual del porno nacional”.

Entrevista en Laberinto Video Club por Ciclo P

Entrevista en Laberinto Video Club por Ciclo P, a propósito de VideoFlims. Primera vez en mi vida que hice radio estando borracho. Lo escucho y no me reconozco. Perdón a todos.

Entrevista en Éter Acondicionado, por Radio Éter

Entrevista que me hicieron en Éter Acondicionado, por Radio Éter, a propósito de Pornopedia.

Nota sobre Watch Dogs e hipermodernidad

Escribí sobre Watch Dogs e hipermodernidad para el Suple No, de Página|12.

| Por Hernán Panessi

Si el sueño de la Universidad de Southampton, en el pico de la magnanimidad sci-fi, es poner en la atmósfera unas aeronaves no tripuladas –drones, le dicen-, el Watch Dogs, videojuego que promete cambiar el devenir de las consolas de vanguardia, le da diez vueltas carnero a tal concepto de modernidad. ¿Y cuál aparece? Uno superior: el de poder manejar –lisa y llanamente- toda la tecnología. El de tener control -total y completo- de los aparatos tecnológicos de alrededor, con sólo usar un único dispositivo. Y así, todo queda a nada de la hiperconectividad. Y, en consecuencia, a pasitos de la dominación mundial.

Atrás quedó el concepto de hackers à-la-Matrix donde se accedía a la ídem mediante una pantalla negra y un sinfín de numeritos verdes. Ahora, la que va son los hackers 3.0 que, a través de su dispositivo personal, puedan vulnerar teléfonos celulares, cámaras, semáforos o todo lo que se les plante adelante. Y desde Watch Dogs, que estará en la calle el 21 de diciembre de 2013 para las consolas Wii U, Play 3 y 4, Xbox One y 360 y PC, los personajes del juego podrán bloquear y escuchar conversaciones telefónicas, obtener datos duros de personajes no jugables como información personal, salud y probabilidad de violencia. ¿La era de la hipertecnología aproximada desde un videojuego de acción?

Con ciertas evocaciones a la estética del Grand Theft Auto, esta nueva gema de la industria videojugabilística dará que hablar. Incluso, se posiciona en el imaginario gamer como uno de los que pueden llegar a dar el gran salto generacional. Ese que vienen prometiendo hace tiempo las nuevas consolas y, claro, sus fichines. Salto sostenido en, fundamentalmente, el uso (¿premonitorio?) de las nuevas tecnologías. Y desde donde Aiden Pearce, el protagonista, en su lucha contra el crimen organizado, es capaz de realizar –entre otras cosas- un apagón en media ciudad durante la noche. Y todo sujeto en un estándar de calidad cinematográfico, comparable al de juegos de avanzada caso The Last of Us.

Y si bien aún no está en la calle, ya tiene su propio conjunto de aficionados. Por eso, la empresa desarrolladora Ubisoft realizó una encuesta entre sus seguidores para ver quién debería interpretar a Aiden Pearce en una hipotética adaptación cinematográfica. ¿El ganador? Tom Cruise. ¿Hay proyecto confirmado para la película? Aún no. Puro manijeo, como todos esos trailers –como aquel subido “sin querer” a YouTube el pasado año- o esos gameplays viralizados post E3. Y aquí la tecnología es puesta, una vez más, para encandilar al público.

 

Por su parte, emerge un sitio web impulsado por Ubisoft -ligado al Watch Dogs, claro- cuyo postulado estremece: una página desde donde los internautas pueden obtener información sobre el funcionamiento de una ciudad y de las personas que la habitan. Vía WeareData –tal su nombre, que atiende acá: wearedata.watchdogs.com- los navegantes descubrirán que el mundo de Watch Dogs es, en parte, una realidad. Básicamente, esta página permite acceder a información como horarios y trayectos del transporte público, redes Wi-Fi disponibles, cámaras de seguridad y semáforos, además de los datos socioeconómicos de la zona y sus índices de crimen y desempleo. ¿Algo más inquietante? Sí, desde allí también se pueden chequear las publicaciones que los residentes del área realizan en todas las redes sociales.

Es cierto: por ahora, todo aquello es una simulación. Por ahora, entonces, el Watch Dogs es sólo la pequeña bomba en el mundo de los ceros y unos que promete, si le dan tiempo y si le da la espalda, ser mucho más que un juego o una película. Si no, y acá se remarca fuerte con un “me gusta”, un “+1”, un “fav” o un “RT”, ser parte de la vida misma. Y así, claro, la vida y la tecnología se funden y confunden en uno. Dijo Francis Bacon: “El conocimiento es poder”. Sugiere el Watch Dogs: “La tecnología es poder”. Y el devenir de la hipertecnología, adscribe.

Reseña: Maradona, médico de la selva

Reseña Maradona, médico de la selva en el #120 de la Revista Sudestada.

Maradona, médico de la selva
Martín Serra
Argentina, 2012

| Por Hernán Panessi

El hombre propone, Dios dispone. Bosque denso, vegetación de hoja ancha, dosel cerrado y una calidez –solar, humana- que propone y dispone. Porque en el maridaje de la selva con el hombre, hubo un médico que todo lo tenía y fue allá, hacia ese lugar, donde nadie tenía nada en el absurdo de la guerra. Y mientras, la poderosa garra de la tierra. La menguada presencia de un cuerpo de hombre que jamás podrá ser confundido con una selva. Maradona, médico de la selva cuenta la historia de Esteban Maradona, un médico criado en el seno de una familia económicamente acomodada que estudió en Buenos Aires y luego, tras abandonar su ciudad, fue perseguido en Resistencia, estuvo en la Guerra del Chaco Boreal y se radicó en un pequeño pueblo de Formosa durante más de cincuenta años. Allí, mezclándose con los pueblos originarios, incorporando modales chamánicos y sosteniéndose en investigaciones fácticas a fuerza de tocar –vivir y sentir- la naturaleza, Maradona ejerció su profesión. Hasta, de hecho, fue propuesto en dos oportunidades para el Premio Nóbel de la Paz.

En su estructura, el film es un compendio de entrevistas a sus amigos, conocidos, familiares, investigadores y periodistas e, incluso, en su mayor hallazgo, varios de sus pacientes prestan testimonio. El enigma Maradona, su andar cansino, su mirada desafiante, su carácter entre simpático e hirsuto, su sabiduría marciana, su devoción por la medicina, su don para el dibujo, su azarosa vida que lo llevó a renunciar a cualquier placer personal para dedicarse de lleno –como una tromba- a los menos favorecidos. Todo eso narra Maradona, médico de la selva, ópera prima de Martín Serra. Y es, a la vez, una obra necesaria para conocer otro tipo de vidas. Y es, también, un camino llevado adelante con hidalguía. Sanando y curando. Como el hombre y como Dios: proponiendo y disponiendo. 

Entrevista con Astor Mogetta, cantante de As y la Masa Atómica

Entrevisté a Astor Mogetta, niño de 8 años cantante de As y la Masa Atómica para el Suple No.

| Por Hernán Panessi

Tres coloridos dinosaurios de plástico decoran una mesa. En el piso, una especie de motocicleta piloteada por The Joker se suma a la foto. Una taza rotulada con el nombre “Victoria” contiene el desayuno: leche con café, no café con leche. Peinado rockero, camisa a cuadros con una remera debajo que acompaña el molde. “Uy, mirá, otro gol de Donovan, el Capitán América”, dice, señalando a la TV. Donovan es Landon Donovan, quien supo ser el chico de oro de la selección de fútbol norteamericana. Y el chico de oro es, acá, en este relato, un niño de ocho años que acopia data, amigos y una capacidad inagotable de producción.

Su nombre es Astor. El de su padre, Flavio. Si se apela a la memoria de las historias previas, un apellido es el que se desplaza naturalmente: Cianciarulo. Y no. La historia de Astor y Flavio es otra. Ambos son los Mogetta. Flavio, periodista, docente y padre es, también, bajista de la banda platense Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete. Astor es su hijo, cantante de As y la Masa Atómica –que en sus comienzos supieron ser As y su Increíble Orquesta de Hamsters, bautizados por su madre, la dueña de la taza rotulada, la de la leche con café-, conjunto que ya tiene en su haber un disco (“Terremoto”) y que cuenta allí con colaboraciones de (nuevos) monstruos de la talla de Santiago Motorizado o Laura Citarella. Y que, por si fuera poco, en sus filas figuran: Seba Pardo (Thelefon) y Bruno Cartocio en guitarras, Joaquín Inza (Miro y su FODJ) en batería y su padre, Flavio, tocando el bajo.

En el primer grado del colegio hubo un acontecimiento que le llamó la atención a todos. Astor no era un chico que celebre Manuelita, El Sapo Pepe o Violetta. Su manual de aquel entonces tiene escrita aún –en un fuerte trazo de lápiz empuñado por una frágil criatura- una anécdota que lo pinta entero. Su maestra le pidió a los alumnos escribir sobre un tema libre. Y él, rockero, puso enterita -¡y de memoria!- la letra de “Mi próximo movimiento”, uno de los temas más apocalípticos de la siempre ídem Él Mató a un Policía Motorizado. El desconcierto fue tal que llamaron a la directora. ¿Un nene de seis años hablando de subir al techo a ver el desastre bajo la luz de la luna gigante? “Le dije que se quedaran tranquilos, que era la letra de mi canción favorita”, apunta el niño con la soltura de un grande.

Fanático del fútbol –su cuarto está decorado con pósters de Leo Ponzio, David Trezeguet y Rodrigo Mora, además de contener una pila interminable de revistas Tiki Tiki y afines-, le compuso una canción a su ídolo máximo: el Pipita Higuaín. “¡Cuánto te quise en el fútbol! Te amé. Goles históricos a Boca. Y uno de taco”, expresa con emoción la letra de “Pipita” en honor al hoy número 9 del Nápoli italiano. “Yo juego de defensor porque le meto patadas a todos”, comenta Astor, que la rompe en la categoría 2005 del Club Atlético City Bell.  Y, como buen rockero, sostiene una actitud contrasistema: “Messi es un amargo”. Para hacerla completa, remata: “De grande me gustaría ser futbolista y músico, como el Mono Burgos o el Rifle Pandolfi”.

En el Bandcamp de As y la Masa Atómica se encuentra colgado el disco “Terremoto” y algunos temas sueltos a dúo con Lautaro Barceló, su profesor de guitarra y uno de los cerebros detrás del sello digital Uf Caruf! En “Terremoto”, Astor muestra un desarrollado interés por la ciencia ficción, el fin de los tiempos y las tragedias. ¿Su hit? “Las Montañas”, tema que –incluso- reversionó cándidamente Santiago Motorizado. Reconoce: “Escribo las letras mirando la tele, el noticiero”. “Soñando, para el segundo disco, me gustaría tener a Los Beatles. Y de acá, a Sr. Flavio o Tan Biónica”, sueña. As y la Masa Atómica, que ya asoman la nariz –entre tanto juguete, entre tanto dinosaurio- como una de las bandas más vanguardistas de la escena platense, atienden acá: http://asylamasaatmica.bandcamp.com/

As y la Masa Atómica tocarán el 24 y 25 de agosto en el Festival de Arte Joven de La Plata.

El Niño Rodríguez y el corto viral Ni una sola palabra de amor

En medio del boom viral de Ni una sola palabra de amor, entrevisté a El Niño Rodríguez para el Suple No.

| Por Hernán Panessi

El nuevo fenómeno viral de Internet tiene anclaje en el mundo del cine. Un corto protagonizado por una mujer reclamando la atención de un desangelado varón engordó increíblemente su contador de hits en apenas días. Ni una sola palabra de amor, trabajo del artista pop El Niño Rodríguez, es el flamante boom de la web 2.0.

Ahí, María Teresa, la mujer en cuestión, insiste llamando por teléfono a Enrique, el varón desangelado. Demanda su cariño, su atención, apenas un gesto de humanidad para con esa fémina enamorada. No hay ningún ego que la proteja. Lo curioso es que el audio original de este cortometraje fue encontrado por casualidad dentro de un casete de una contestadora comprada en un mercado de pulgas. Y más tarde, en una vuelta inesperada, llevado al cine. Explica Rodríguez: “A mí me llega el audio original por un amigo que lo había encontrado por Internet. Lo escuché y me morí. Se lo empecé a pasar a más gente y quedó como un chiste. Después, con la actriz Andrea Carballo, tuvimos la idea de representarlo visualmente. Se nos ocurrió hacer ese salto”.

¿De dónde salió el casete?, es la pregunta. “Empezamos a investigar el audio original y lo había colgado un chico que tenía un estudio de audio en San Isidro. Lo llamé y contrasté. Ahí me contó la historia del mercado de pulgas”, completa. Lo curioso es que Ni una sola palabra de amor no es un corto nuevo, sino que es cosecha 2011. ¿El motivo de su explosión tardía? Estuvo girando por festivales y ganando todos en cuanto participó. Aquello generó cierta expectativa. Y ante su estreno online, varios fueron los que replicaron su existencia. “Lo recomendó hasta Campa-fucking-nella”, comenta –extasiado- Rodríguez. Así, llegó a más de 150 mil visitas en la primera semana de exhibición.

Y el certificado de su viralidad son los memes alusivos -que ya pululan por las redes sociales- con sus frases. El más rutilante: “Me pedís un toallón y una toalla... ¿no es una ambivalencia?”. Y hasta hay una cuenta falsa en Twitter de María Teresa (@soymariateresa) que sólo sigue a Enriques (entre ellos, Iglesias y Bunbury). Es que la historia de desamor de María Teresa y Ernesto tiene patrones universales. Esos arquetipos que repiquetean en el inconsciente colectivo y causan cierta empatía. “Lo de María Teresa es emoción en crudo”, dice El Niño Rodríguez –notablemente sorprendido- ante el éxito de su trabajo.

¿Y quién es El Niño Rodríguez? Él mismo se define como un “agente de esparcimiento”. Javier Rodríguez, tal reza en su DNI, ya no es tan niño –tiene 44 años- pero su nombre quedó. “Es como una marca, no lo puedo cambiar”, dirá. Y si bien el corto puede ser su carta de presentación ante la masividad, viene rumiando los márgenes desde hace tiempo. Comenzó a colaborar con dibujos, a sus precoces 15 años, en la revista Risario de Rosario. Más tarde pasó por la Fierro, El Tajo y Barcelona. Trabajó para agencias de publicidad y editó un libro –publicado por De la Flor- con la recopilación de otra de sus creaciones: Lucha Peluche, la historia satírica de un conejito que narra coyunturas bajo mantos universales. En medio de todo eso, ilustró las tiras del Pibe Bazooka y, decenas de cortos mediante, la rompió toda. Hoy colabora con la publicación española Mongolia, se dedica al mundo de la publicidad y espera sacar en breve Lucha Peluche 2. Claro, también planea hacer alguna que otra cosita audiovisual.


“Tomé la historia y la hice cine”, agrega. Del cassette al corto, luego a los festivales. De allí a la WWW y de allá, por supuesto, al fenómeno viral. Ante la pregunta de porqué cree que se desparramó por el ciberespacio, Rodríguez responde: “No sé, nadie sabe cómo crece un virus, ojalá hubiera recetas”. Y, de nuevo, los arquetipos. Tal vez todo radique en las emociones, en esa angustia verídica de María Teresa. “¡Es que es una historia real!”, remata El Niño Rodríguez. Y, mientras tanto, el contador de visitas sigue engordando.

Mención en Panal de Ideas sobre la Revista Casquivana

Entrevista a Nicolás Hochman, director de la Revista Casquivana.

¿Cuál es el contenido de Casquivana 6 y porqué conviene comprarla? 

Me encantaría dar argumentos de por qué comprarla, pero la revista se agotó el día del lanzamiento. Tal vez hagamos una reimpresión, pero no es algo que nos preocupe mucho: el papel es un fetiche, un objeto de colección. Sí, sin embargo, les puedo dar argumentos más que sostenibles para que ingresen a la web y la lean (o descarguen o reenvíen a amigos, o impriman) de manera libre y gratuita desde www.casquivana.com.ar. Casquivana 6 viene con una nota de tapa acerca de las obsesiones, en las que participan Margarita García Robayo, Conrado Geiger, Guillermo Roz y María Inés Krimer, con ilustraciones de Gabriela Thiery, Alexis Stamboulis, Pablo Martín, José Villamayor, Vanina Klinko y Leticia Paolantonio. En la misma nota hay además un montón de obsesivos que narran de manera muy concreta por qué hacen lo que hacen: Dolores Fernández, Hernán Panessi, Sebastián Chilano, Sol Echevarría, Pablo Giordano, Juan Guinot, Inés Garland, María Nahal, Isaías Chávez, Sol Oliver, Agustina Bazterrica, Ariel Pichersky, María Schwartzer, Sebastián Lidijover, Jimena Rodríguez, Juan Manuel Candal, Natalia Ginzburg, Adrián Gualdoni, Mariana Komiseroff y Gabriela Urrutibehety.
Hay además cuentos de Tomás Downey, Marina Macome, Alejandra Kamiya y Martín Jali (ilustrados por Horacio Petre, Pablo Rivas Mambo, Mariana Belemlinsky y Fernando Sawa). Las columnas (probablemente la parte más casquivana, más divertida) se las pedimos a Franco Torchia (Cupido), Marcelo Luján, Carolina Marcus, Ángel Berlanga, Marcos Crotto, Marina Arias, Fernando Linetzky, Luis Othoniel Rosa, Alejandro Ferreiro, Natalia Zito y Gilda Manso. Hay poesías de Jimena Arnolfi, Alejandro Crotto y Fernanda Nicolini (ilustradas por Pabo Olivero, Belemlinsky y Paolantonio), crónicas de Panessi y Fernando Chulak (con imágenes de Darío Mekler y Luis Castiblanco) y varias reseñas de libros. 
La revista es de muy fácil lectura, muy atractiva visualmente y, lo más importante, cuando terminen de leerla van a tener un montón de temas de conversación nuevos.