Entrevista en Que sea lo que el rock quiera (FM 89.1), a propósito del Buenos Aires Rojo Sangre.
Kick-Ass 2
Nota sobre Kick-Ass 2 en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.
Entrevista en Cultra a propósito del cine gore en Argentina
Me entrevistó Andrés Kilstein para la revista Cultra a propósito del cine gore en Argentina.
Publicada en Revista Cultra
Entrevista en el programa Catarsis por Radio Estación Sur
Entrevista en el programa Catarsis por Radio Estación Sur a propósito de VideoFlims y la autogestión.
Luciano Saracino
Entrevisté a Luciano Saracino en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.
Texto para los 18 años de La Nave de los Sueños
Texto para los 18 años de La Nave de los Sueños. ¡Feliz cumple, genios!
Me pasa algo con Gabriel Patrono y La Nave de los
Sueños. Creo, es admiración. Es que provengo de los márgenes. Y éstos –Gabi, La
Nave y los márgenes-, me simpatizan. Mucho, fuerte. Mi primera aproximación a
La Nave se dio hace, más o menos, unos ocho años. Yo estaba con una novia de
acá para allá. Éramos inquietos y, en consecuencia, curtíamos todos los eventos
que había en el momento: recitales, festivales de cine, ciclos de poesía,
museos, todo, todo, todo. Y como siempre fui fetichista de las cosas, un día
tomé –vaya a saber de dónde- un catálogo de La Nave. Y lo conservé, sin saber
qué era aquello ni para qué iba a guardarlo. Tiempo después, ya mucho más
metido en los menesteres del Periodismo y la distribución de cine, apareció un
vínculo real, físico. Y ese catálogo tuvo caras, movimiento, acción. Y escuché
repetir un nombre como un mantra: “Gabi Patrono, Gabi Patrono, Gabi Patrono”.
No sabía quién era ni qué hacía en La Nave, pero mis compañeros de VideoFlims
–nuestro humilde sello de cine indie- hablaban de él como alguien necesario.
Como una contraseña a pertenecer. Eso fue hace unos cuatro años.
Entonces, podría decir que mi relación con La Nave es joven, pero no por eso
menos intensa. Hicimos de todo juntos: charlas, presentaciones, textos, hasta
alguna película fallida. Y, desde el primer día, algo no cambió: cada vez que
piso alguna de sus funciones, me invade mucho más que admiración. Me contagian
unas ganas imposibles de hacer cosas –pequeñas, megalómanas-, me transmiten una
fe –en los márgenes, en los proyectos, en la amistad- que nunca pude volcar en
palabras. Por eso conservo aquel catálogo, por eso ahora soy yo el que repite
como mantra: “La Nave de los Sueños, La Nave de los Sueños, La Nave de los
Sueños”. Sí, creo que es admiración. Y seguramente sea mucho más. En verdad, no
lo sé bien. Es que el sentimiento –aquel de ser como ese noviecito inquieto- es
intransferible. Como la mística. Esa que se tiene o no se tiene. Y La Nave,
posee la molécula que contiene a todas las místicas. Y está dispuesta a
prestarla a todo cosmonauta que quiera –como yo, como tantos otros- subirse a
ella. A la mística, a La Nave. Que es una y somos todos. De aquí y para
siempre.
Apareció El Sátiro, la primera película porno de la Historia
Hace años que quiero dar con El Sátiro, la piedra fundacional del cine porno mundial. ¿Su fecha de origen? Entre 1907 y 1912. Supe que allí había un fauno y algunas ninfas teniendo sexo al aire libre, a la vera de un río. Supe, también, del rumor que zumbaba a propósito de un coleccionista europeo que tenía una copia. Y que, en teoría, nunca quiso democratizar. Investigando, di con muchos testimonios de época que decían haberlo visto. Y la reconstrucción de la historia apunta con mil cañones a nuestro país. Sí, El Sátiro sería argentino. En el sitio Silent Era –portal que contiene información a propósito de la historia del cine silente- hay una imagen del supuesto cortometraje. Se ve, en efecto, al fauno. Por su parte, el sello norteamericano Something Weird Video, tal vez el más incisivo en esto de conseguir rarezas, encontró hace tiempo una supuesta copia de El Sátiro que incluyó en The History of Pornography, un compilado VHS con porno de época. Cristian Sema dio con esa copia y todo parece indicar que estamos ante una pieza fundamental del cine: nada más ni nada menos que el origen del porno mundial.
Este texto apareció originalmente en el blog de RaroVHS.