Entrevista a los creadores del arcade NAVE en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.
| Por
Hernán Panessi
“Tenemos
que hacer un videojuego”. Eso pensaron Hernán Sáez y Máximo Balestrini cuando
se conocieron siendo extras en una película de zombies y quienes, cada uno por
su parte, compartían desde hace tiempo la pasión por los jueguitos. Y, claro,
no pasó mucho hasta que crearon NAVE, el primer arcade –fichín, como de los
viejos que estaban en las peatonales, ¿se acuerdan?- nac & pop.
NAVE nació en 2010 como
iniciativa de Videogamo, la empresa de Sáez y Balestrini. Comenzó siendo un
juego Flash de uso hogareño, devino en armatoste metálico y nómade. “Llevó un
par de años, entre medio hicimos otros más chicos”, dice Sáez mientras recuerda
el origen de la criatura. Compuesto por un arcade de acrílico y chapa, NAVE es
un game a la antigua: el olor es a Space Invaders y el look a pixelart,
con baja resolución y monocromo blanco y negro incluido.
Se trata de un videojuego
de navecitas cuyo objetivo es sobrevivir la mayor cantidad de tiempo. Y de ahí,
el posicionamiento a un ranking –el aire nostalgioso se pone ancho y el high
score se puede chequear vía web- apunta con el dedo a los responsables de las
máximas puntuaciones. Ambientado con música de Justice (suena frenéticamente
“Stress”), el gabinete estalla en luces cuando los disparos eclosionan en las
naves haciendo eco –la resonancia es inmediata- en el cerebro de los jugadores.
Mientras eso sucede, una jugabilidad que rememora a los ochenta –cuando se saltaba con el A y disparaba con el B-
subraya fuerte la devoción por el vintage.
Antiguamente, Sáez
trabajaba haciendo juegos en la compañía Three Melon. Balestrini, también
programador, hacía lo suyo con trabajos freelance. “No es que hicimos
específicamente este videojuego, sino que fue el proyecto que prosperó”, agrega
Sáez. Y es éste, vale resaltarlo, un caso más del pujante avance de la
industria gamer en el país, junto con el aumento notable del volumen de
producción, la profesionalización del sector y la creación de escuelas.
NAVE que es, también, la
excusa para la comunión de un hecho social –el gollete es que puede jugárselo
en eventos- pasó por Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Sáez: “Estuvimos
en fiestas, boliches, exposiciones, convenciones. Tratamos de ir a los lugares
más variados. Desde Tecnópolis hasta un cumpleaños particular”. ¿Qué fue lo más
flashero de este tour? “Llevarlo a una casa de fichines del barrio de Flores”.
El dato: esa fecha fue organizada por alumnos de la UBA para un corto
documental. Y así, la bestia fue vista en su hábitat natural. Y el corto, por
caso, se pasó en diferentes festivales, pero aún no está online.
En estos momentos, la
dupla de desarrolladores tiene pensado hacer alguna que otra fecha sorpresa en
Buenos Aires y, en enero, llevar NAVE a Salta. “Ya más entrado el año tenemos
ganas de ir a Estados Unidos y Europa. Nos invitaron de varios lados, pero
todavía tenemos que ver cómo llevamos la máquina. Nuestra idea es armar una red
de seguidores de NAVE que nos ayuden, con casa y transporte, a hacer posible la
movida”, sueña Sáez. Más info y data para jugarlo en
www.facebook.com/NAVEArcade
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