El Suple No tiene una sección mundialista: Filhos Nuestros. Ahí, escribí una nota sobre El Escorpión, de René Higuita. Gloria y loor al Danny Trejo del fútbol.
Unos 100 kilos de puro café vuelan por
el aire. Una pelota planea mansa hacia los tres palos. Una melena enrulada y
unos bigotes jamaiquinos se pasean alegremente con el viento. La pirueta es
extraordinaria, nunca vista, única en el planeta. Después de medir precisión,
de un tacazo doble y por encima de su espalda, René Higuita rechaza el avance
rival. Al concretar su destreza, mira al resto con cara de travesura. Se limpia
las rodillas, sonríe y sigue con la suya. “La sacó Higuita, una locura, una
maniobra increíble. El sabor estaba en el fondo y no me diga más”, grita
eufórico el relator William Vinasco Ch. Es la jugada más parecida a Hollywood
que ha dado el fútbol profesional: El Escorpión. Bueno, Hollywood o Los
Supercampeones, da igual, es lo mismo. ¿Hubo paro cardíacos? Es muy
probable. Y en su afán por la pomposidad, Higuita paralizó al mundo con una
jugada demencial. “Está loco”, pensaron sus compañeros. “Me morí de la risa
pero en verdad pensé que estaba loco”, le dijo al NO el Pibe Valderrama, el más
grande jugador de la Selección Colombia. Y aquel equipo, que tenía en sus filas
a muchachos como Faustino Asprilla, Freddy Rincón, Adolfo “El Tren” Valencia y
otros, era un show de fútbol constante. Toque, pase, sombrerito, trote corto,
galera y bastón. Hoy, los mismos colores tienen en sus filas a cracks de la
talla de Radamel Falcao, Teófilo Gutiérrez y James Rodríguez, pero no es lo
mismo. Ahí había personalidades pero mucho más smowing. Para colmo de males,
¡Falcao está lesionado y se puso en duda su participación en el Mundial! Y en
el balance, El Escorpión, que fue hecho en un amistoso contra la mismísima
Inglaterra en el igual de mismísimo estadio de Wembley (otro dato: la catedral
del fútbol estaba a capacidad colmada), es -sin dudas- la mejor jugada hecha
por un colombiano jamás. Quedó claro: para romperla no hacen falta goles,
tampoco caños o campeonatos. Higuita lo hizo en un amistoso, de visitante y en
un 0 a 0. A nadie le importó el resultado de aquel match. Así las cosas, el
Danny Trejo del deporte más lindo del mundo sumó delirio a un fútbol por demás
delirante –el de los ochenta y noventa fue tan colorinche como fabuloso-,
motivo por el cual se convirtió en un héroe del rock. Es bandera: René Higuita
es rock. Siendo portero, convirtió 44 goles, se retiró a los 42 años de edad y
hoy, desde hace cuatro, trabaja como entrenador de arqueros en Arabia Saudita.
Cayó en las drogas, le ganó solito a River Plate (por Copa Libertadores, en
1995, se atajó todo, incluso un penal y hasta metió un gol de tiro libre),
filmó publicidades y, dicen, fue amigo del célebre narcotraficante Pablo Emilio
Escobar Gaviria. “Le digo loco de cariño pero está loco, eh”, cierra
Valderrama. En septiembre del próximo año acontecerá el 20º aniversario del
Escorpión. Y este fútbol de máquinas perfectas –de cuerpos fibrosos, robóticos,
con goles fabricados en laboratorios- extraña la humanidad de esos 100 kilos de
puro café que, paradójicamente, podían volar.
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