Crítica cinematográfica de Sucker Punch

MEDIO: Revista Irrompibles Nº1
FECHA: Mayo 2011
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Sucker Punch: geekismo para hombres

La nueva película de Zack Snyder está ambientada en un “mundo surreal” con profuso olorcito a videojuego. Y eso, obviamente, es motivo de imponderable mención para una revista como [IRROMPIBLES]. Vista desde una cierta óptica burlona, reseñamos Sucker Punch, estreno de este 2011 que propone una irritante inmersión a los fichines.

En un mundo sobradamente falocéntrico, máxime el cinematográfico, la acción femenina, aquella dada por hembras de armas tomar –y en clave heavy metal- resultaron siempre, por alguna u otra razón, complicadas de vender o al menos, hay que admitirlo, fueron vistas históricamente con cierto prejuicio. Pese a ello, y reivindicando la situación, ejemplos de heroínas maravillosas sobran: desde Lara Croft hasta Aeon Flux, desde Barbarella hasta Sarah Connors, todas comparten el particular mote de ser “heroínas de película”. Entonces, como consecuencia de la paulatina destrucción de ese pensamiento arcaico, irrumpe Sucker Punch: Mundo Surreal (Sucker Punch, 2011), protagonizado por cinco actrices emergentes (Emily Browning, Jamie Chung, Vanessa Hudgens, Abbie Cornish y Jena Malone), largometraje dirigido por Zack Snyder, conocido por ser el director de disímiles hits de la cultura pop como El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004), 300 (2007), Watchmen (2009) y Ga’Hoole, la leyenda de los guardianes (Legend of the Guardians: The Owls of Ga’Hoole, 2010).
La película no me gustó. Y tampoco sus heroínas.
Lejos del negativo convencionalismo que mencioné en el primer párrafo, Sucker Punch es entretenimiento para las masas, perfecto, eso se entiende. De hecho, les traigo a cuento que descreo de esa regla insulsa de “a más masividad, menor calidad”. Por eso mismo no quiero meterme en ciertos terrenos intelectuales ni en ofuscaciones (donde probablemente se pueda elucubrar una defensa del filme desde la intertextualidad, el subtexto, el metamensaje, etc, pero siempre visto con cierto cahierismo que, lo lamento, no tengo). Quizás, poniéndome en el lugar más cómodo, el del espectador, la posición que todos merecemos sin haber hecho nada para conseguirla más que ver las películas, me sentí como dentro de un fichín –okay, muchos pensaran: “¡qué bueno, un fichín!”- pero, atención, en uno donde no te prestan el joystick para jugarlo. Y eso, amigos, ustedes lo saben, quizás en la figura más patética de quien ve-jugar-pero-no-juega, a lo largo de 110 minutos, aún pese a la sobrecarga de bustiers y lingerie (¡hola machismo y misoginia inducida!), créanme, se siente.
Por supuesto que referencias al planeta videojugabilístico hay. Hasta, incluso, de a montones, funcionando como motor para un largometraje eclipsado por su propio inspirador: los videogames. Considerando ello, ninguna referencia es tan buena ni directa como para darle ponderación ante otras. Visualmente huele a crisol de Shadow of the Colossus, Bioshock, Killzone, Lost Planet o a cualquier FPS o shooter de última generación. Tal vez, ese sea el gancho esencial para que el mico cinéfilo se enganche y pruebe con verla. Tal vez no, siquiera sirva para eso.
De cualquier forma, ¿será –acaso- el excesivo uso del croma –tan apegado a la filmografía del bueno de Zack- o habrá sido, por ahí, el cantadísimo montaje clipero, notablemente sostenido por la falta de un guión sólido, o tendrá que ver esa pretenciosidad morbo-moralista lo que hace que mi reflexión acerca de Sucker Punch no sea tan positiva que digamos? Seguramente sí, pero también soy de esos que piensan que Thelma y Louise nunca deberían haber existido y que el sufragismo es cosa estrictamente de varones.
Bueno, esto último fue un chiste, pero que Sucker Punch no me gustó, no me gustó.

Hernán Panessi
@hernanpanessi
www.videoflims.com.ar

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