Escribí sobre Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses para el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.
| Por Hernán Panessi
Corría el año 1995 y la
avanzada del anime en la Argentina hacía su primer desembarco. El canal Magic
Kids era algo grande para los chicos. Primero, llegaron Los Caballeros del
Zodíaco. Luego caerían por acá Sailor Moon, Los Supercampeones
y un programa dedicado 100% al mundo nipón: El Club del Anime. Sin
embargo, el mascarón de proa de aquella vanguardia japonesa sería Dragon
Ball. Y desde ahí, toda una generación quedaría marcada a fuego.
En las páginas de la Shonen
Jump –la revista Fierro de allá- salió publicado por primera vez el
manga de Dragon Ball. La creatividad de Akira Toriyama, su creador,
estaba sostenida en una fórmula sencilla: buscar las Esferas del Dragón,
enfrentar peligros y, finalmente, pedir un deseo. Así, 42 fueron los libros
editados. Y de esa tinta se desprendieron 2 series animadas: Dragon Ball
–estrenada oficialmente en nuestro país en abril de 1997- y Dragon Ball Z –en
mayo de 1998.
Por aquel entonces, ese
cartoon musculoso interpeló a toda una generación: a los adolescentes, con sus
batallas; a los niños, con sus aventuras. Es que Dragon Ball posee el
devenir arquetípico del héroe: se lo ve crecer, madurar, tener hijos y salvar
al planeta una y mil veces. ¿Su motor? Los desafíos. ¿Su objetivo? Ser siempre
el mejor. Casi, como un manual para la vida. Y ese héroe tiene nombre. Uno
tatuado en el imaginario pop: Son Goku. El mismísimo Goku –que no necesita más
presentación que un ¡Kaaame Haaame Ha!- fue, desde siempre, la contraseña a la
felicidad absoluta. Una caja de Pandora que nunca dejó de latir ni de escupir
subproductos –GT, remasterizaciones, films directos a video, el corto
argentino Otakus, una cantidad infinita de cosplays, muñequitos y todo
lo que pueda ser comercializado- y que, años después, regresa para vomitar
encima de la aburguesada que se pegó el anime.
Año 2013 y Goku vuelve a
los cines. Se estrena Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses. Y esta
reaparición tiene un porqué: se llama Internet. La generación criada al calor
de los rayos catódicos desprendidos por Dragon Ball devino en los
líderes de opinión de la web. En aquellos que marcan el pulso de todo, los que
manejan las redes sociales, los que ponen cosas de moda (llámese: tecnología,
ropa, comida, anime o tal) y los que, sí, mandan. Y Dragon Ball, en
Internet, al ser canónico, manda. Su retorno es producido por un efecto
nostálgico. Por la mueca de revivir lo añorado. Por sentir, de nuevo, que se
puede resignar a crecer por, al menos, una hora y media.
La explosión del anime en
los ’90 y en los primeros 2000 forjaron el gusto de quienes hoy tienen entre 20
y 30 años. Por eso, ese convoy comprará sin titubear su ticket para ver esta
batalla entre dioses. Y allí, un enemigo más fuerte que todos los anteriores
anda con ganas de destruir la Tierra pero, claro, Goku y los suyos harán lo
propio para detenerlo. El guión sigue siendo parecido a sus viejos episodios.
Y, aún así, Dragon Ball, en su dimensión de mito, siempre será algo
grande para los chicos. Y, ahora que el tiempo hizo lo suyo con los
espectadores, también lo será para los grandes.
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