Columna de opinión: Nerdencias (Agosto 2011)

MEDIO: VideoFlims.com.ar
FECHA: Agosto 2011
Desmigajándonos

Desmigajándonos

Para seguir repensando el cine de género nac & pop, se barajan tres factores claves de su crecimiento y expansión: la identidad –tanto adquirida como asumida-, la dificultad –de atravesar el camino- y la necesidad –de entretener a cualquier costo-. Esta identificación pretende esclarecer, cual frequently asked questions, algunas problemáticas de uso cotidiano.

IDENTIDAD
Hace un buen tiempo, casi unos quince años, desde el filme Plaga Zombie (1997) hasta acá, que el cine de terror argentino ha estado encontrando su propia identidad. En su momento, el periodismo internacional hablaba de una entelequia en común a la que solía llamar HorrorAR. De esta forma, ya sea por prepotencia de trabajo, por emparentamiento estético e ideológico, por compartir únicos e inigualables diseños de producción o, mismo, por lo original de cada propuesta, el cine de terror en argentina –por extensión: todo el cine de género- ha pujado por su lugar en el mundo. Uno de los factores determinantes para la confección de esa identidad, fue la participación colaborativa de los profesionales implicados en cada una de las películas: directores de fotografía, guionistas, actores, cámaras, especialistas en efectos especiales, maquilladores, etcétera, intercambian proyectos en pos de hacer crecer tal escena. Aquel sistema de cofradía ha hecho del cine de género argentino, ciertamente, un ejemplo a emular. Por eso, la legitimación viene no sólo de la opinión pública –el público como juez- y las elites intelectuales sino también de los festivales del mundo, la prensa especializada y, por supuesto, desde donde se parte, los mismos trabajadores.

DIFICULTAD
Para ser claros, es menester aclarar que los principales problemas del cine de género en Argentina son: la falta de dinero y el alargamiento de los tiempos de producción. Entonces, para seguir creciendo, se necesita fundamentalmente del dinero para aumentar esos niveles de producción y, en consecuencia, los estándares de calidad. Asimismo, resulta primordial contar con tecnología de punta. Nobleza obliga aclarar que el cine de género argentino se la ha rebuscado siempre: con o sin dinero, con o sin tecnología. El imponderable es que, durante todo este tiempo, con el respaldo de cientos de cinéfilos afines pero no del grueso de público, se viene haciendo cine de calidad con poco dinero y con, también, esquemas de producción tanto innovadores como particulares. La desventaja, claro, es que se terminan realizando después de muchos años de elaboración.

NECESIDAD
A la hora de crecer se necesita, por su parte, la aceptación total y el empuje de las instituciones de financiamiento para que, de una vez por todas, el género nacional pueda salir del ghetto y tome el lugar que se merece: saciar la sed de entretenimiento popular. Reparar de alguna manera el daño que le ha hecho cierto tipo de cine a las pantallas argentinas. Volver a transformar el pensamiento de la gente para que empiece, otra vez, a ver películas de género nacionales –a sabiendas que el público usualmente va a ver cine de género pero no de acá- y que, con ello, no se sientan defraudados sino todo lo contrario. Es imprescindible hacer conocer que se está ante un cine plagado de ideas originales donde los tópicos no refieren a remakes ni a recauchutajes de filmes antiguos ni a ninguna de esas soluciones facilistas. Persiste el objetivo de: “seguir con la idea de ponerle mucha energía a la cuestión e insistir mostrándole a todo el mundo lo bueno de este tipo de producciones” (enaltecedor sic de Pablo Marini). Y, así, finalmente, revelar que ésta es mejor opción que la del cine yankee contemporáneo. Es decir, buscar el entretenimiento a raíz del cine de acción, aventuras, fantasía, comedia y terror. Sí, pero de factura argentina.

Twitter: @hernanpanessi

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