Nota: Inmortales

MEDIO: Revista La Cosa - Cine Fantástico
FECHA: Enero/Febrero 2012
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Lo de Mickey Rourke es espectacular. Últimamente, todo lo que toca se convierte en algo inmenso, infinito. Y de eso se trata Inmortales (Immortals, 2010), una suerte de batalla épica en la que su personaje, el Rey Hyperion, intentará convertirse en el ser más poderoso del mundo, el más célebre entre la gloria misma. Porque es uno de nuestros héroes y porque nos siguen gustando los peplum posmodernos, Hernán Panessi se despacha con un texto sobre su última película y, además, nos hace acordar que sin ocaso nunca hay resurrección.

Cuando la llama prendida por Juego de Tronos (Game of Thrones, 2011), con una temporada en punta y otra especulada para lanzar en Abril del 2012, todavía sigue vigente, y ni bien se extinguieron al olvido las de Furia de Titanes (Clash of the Titans, 2010) y Thor (2011), los fanáticos de las aventuras épicas facturadas a puro chroma key siguen estando de parabienes: ahora llega Inmortales (Immortals, 2011), la nueva película de Mark Canton y Ryan Kavanaugh, parte del convoy de productores y responsables de la anabólica 300 (2006), de Zack Snyder.
En Inmortales, situada años después de la Titanomaquia, serie de batallas libradas durantes diez años entre las dos razas de deidades muy anteriores a la existencia de la humanidad: los Titanes y los Olímpicos, el sanguinario Rey Hyperion, encarnado por el ex desvalorado y ahora bien ponderado Mickey Rourke, y su ejército asesino (¡desfigurado por elección de Rourke! ¿habrá sido un guiño a la desidia por sus cirugías estéticas?) recorren Grecia en busca del arco perdido de Epiro, fabricado por el mítico Ares, Dios de la Guerra. Su búsqueda desesperada atañe a que, con él en su poder, será capaz de derrocar a los mismísimos dioses del Olimpo, liberando a todos los titanes encerrados desde el principio de los tiempos en el Monte Tártaro, y convertirse en, sí, el ser más poderoso del Universo, incluyendo las jurisdicciones de “raza humana” y “dioses”. Sin embargo, pese a esta impertinencia de uno de los Doce Titanes de la Antigua Grecia, conforme lo prohíbe la ley, los dioses no tendrán la posibilidad de entrometerse en los conflictos con los hombres y nada podrán hacer para detener al malvado Hyperion (personaje que, en la ficción, inspiró, también, a William Shakespeare para componer al Rey Hamlet y que, por su parte, es un habitué en los libros de Percy Jackson & The Olympians).
Así, con libertad para obrar, tal ejército arroyará con todo a su paso, hasta que alguien impensado les presente batalla: en una aldea, un joven albañil llamado Teseo, personificado por Henry Cavill, el próximo Superman de la prometedora Man of Steel (2013), un galancete à la Crepúsculo, jurará vengar la muerte de su madre asesinada en una de las tan citadas como premeditadas incursiones de las tropas de Hyperion.
Será la Oráculo Sybelina, Phaedra (Freida Pinto), quien, con sus intensas visiones sobre el futuro, lo convencerá de que él será la clave para detener vil destrucción. Con su ayuda, más el apoyo del incondicional esclavo Stravos (Stephen Dorff), Teseo reúne un pequeño grupo de seguidores, como en aquella Batalla de Termópilas y sus 7.000 espartanos & cia. versus 300.000 persas, abrazando su destino en una desesperada batalla final por la supervivencia de la humanidad.
Bajo dirección del hindú Tarsem Singh, responsable de The Fall (2006) y de la interesante La Célula (The Cell, 2000), quien por este entonces se encuentra con la post-producción de la nueva adaptación de Blancanieves titulada Mirror Mirror (2012), Inmortales es, según la describió el mismo realizador: “Caravaggio meets Fight Club”, es decir, una suerte de curso acelerado de historia antigua (o mitológica, claro) más una sensible dosis de piñas, patadas, arcos y flechas.
Esta película es, en rigor, otra adaptación del bastísimo terreno de leyendas griegas llevadas al cine y resulta, además, otro de los dulces caramelos para el ojo –que, como tal, si no son tan buenos, empalagan- entreteniendo de la mano de la pornografía visual del Siglo XXI: el 3D. En épocas donde 10 actores bastan para simbolizar unos 300, los mitos en el cine, post-producción e imágenes anaglifas de por medio, siguen dando tela para cortar, o leyendas por versionar y reversionar, como en la Historia, de aquí a la inmortalidad.

Lecciones de mitología griega vía la cultura pop
1. STOP MOTION | Jasón y los Argonautas (Jason and the Argonauts, 1963): El reino de Tesalia fue conquistado por Pelías pero recuperado por Jason.
2. ANIMÉ | Caballeros del Zodiaco (Saint Seiya, 1986-1989): Los enfrentamientos entre dioses son conocidos como Guerras Santas.
3. ANIMACIÓN | Hércules (1997): El joven Hércules venció, entre otros monstruos mitológicos, a La Hidra de Lerna, Medusa y El León de Lemea.
4. SERIE | Xena: La Princesa Guerrera (Xena: Warrior Princess, 1995-2001): Las amazonas fueron una tribu de guerreras bajo el mando de Artemisa.
5. VIDEO JUEGO | God of War (2005): El Inframundo griego es el Hades, atravesado por el sangriento río Estigia, y donde, al final, está Ares.

Ocaso y resurrección
Mickey Rourke parecía noble y eterno. Mickey Rourke empezó a dramatizar su rostro. Mickey Rourke se operó, se puso exceso de colágeno, y cualquier criatura de Tolkien, a su lado, resultaba adorable. Mickey Rourke cayó en desgracia. Funde a negro y fin de la película. En su apogeo, de 1983 a 1987, de La Ley de la Calle (The Motorcycle Club, 1983) a Plegaria para un Asesino (A Prayer for the Dying, 1987), pasando, por supuesto, sobre la mítica 9 Semanas y Media (Nine ½ Weeks, 1986), robó más de un suspiro y obtuvo excelsa admiración. Luego, se hundiría al olvido abruptamente. Robert Rodríguez lo homenajeó convocándolo para Érase una vez en México (Once Upon a Time in México, 2003), aunque el status de culto no es para todos ni para cualquiera. Se encienden las luces: Mickey Rourke Parte II. Así, tras años de ostracismo de estimas, pegó la vuelta con todo interpretando a Marv en La Ciudad del Pecado (Sin City, 2005). Y, porque el lugar que se merece es el de las primeras planas y no por yonqui ni caso perdido, revivió su carrera con la exquisita El Luchador (The Wrestler, 2008), donde obtuvo una candidatura a los Oscar como “Mejor Actor”, ganó un Globo de Oro y un BAFTA en el mismo rubro. Así vinieron: Iron Man 2 (2010), Los Indestructibles (The Expendables, 2010) e Inmortales (Immortals, 2011). De la misma forma vendrán: The Courier (2011) y Java Heat (2013). Lo dicho: Mickey Rourke volvió, por suerte, y parece que ahora sí, para siempre. Mickey Rourke volvió, colagenado y probablemente menos sexual, sí, pero noble y eterno, como al principio.

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