MEDIO: Suple No (Diario Página|12)
FECHA: Abril 2013
Escribí un artículo sobre cómo Fede Álvarez llegó a filmar la remake de Evil Dead. Salió sin firma porque adherimos al reclamo de los compañeros trabajadores del Diario Clarín.
| Por Hernán Panessi
La destreza de los seres humanos
consiste en tomar decisiones. Y esas, por supuesto, las hay de todos los
colores y con distintas resonancias. Las palabras tienen, en sí mismas, una
carga chamánica, un poderío inusitado, un universo de interpretaciones. Por
eso, un “no” a tiempo puede resultar un corte, una fatalidad o el vacío, pero
–por qué no- la victoria, la renovación o, como en el caso de Fede Álvarez, una
oportunidad para que venga lo bueno. Y hay algo que se supone: existen situaciones
incuestionables. Por eso, y no es ejemplo sino paradigma, vale preguntarse:
¿quién, en su sano juicio, le diría que “no” a una propuesta del poderosísimo
Harvey Weinstein?
Álvarez, un joven director uruguayo que
apenas tenía consigo un videoclip devenido cortometraje, se animó a lo
inusitado: vomitó un “no”. Ene-o, ¡no! Dejó pasar la oportunidad de
filmar con Weinstein, uno de los productores más importantes de la Gran
Industria. Y ya nada sería lo mismo. No obstante, eso le significó caerle simpático
a otro poderoso del cine mainstream: Sam Raimi, el director de la trilogía de Spiderman
y el responsable de la saga de culto Evil Dead. Pero, ¿quién es este
Fede Álvarez? ¿De dónde viene? Y, sobre todo, ¿por qué terminó donde terminó?
La historia está
sostenida en la lógica de un cuento de hadas 2.0: en 2009 alguien sube un corto
a YouTube, engorda el contador de visitas y la industria pone en el centro lo
que se supura de los márgenes. Y desde aquí, el éxito, las oportunidades y la
remake de Evil Dead, uno de los films más importantes en la historia del
cine de terror. ¿¡Cómo!? Durante unos años, Fede Álvarez se la pasó encerrado
con su PC fabricando un video lleno de navecitas. Se trató de Ataque de
Pánico!, clip de la banda Snake (los escuchan acá:
www.myspace.com/snakeuy). Ahí, acontecía un ataque a Montevideo por parte de
unos robots intercalándose con imágenes del grupo tocando. Al tiempo, el
cineasta lo reciclaría llevándolo al formato cortometraje, dejándole sólo las
imágenes de la invasión. Y a raíz de este cambio, un pequeño furor en Internet.
Mientras tanto, en
Argentina, “Fierita” Catalano abogaba por la nerdencia desde adentro: tenía una
sección en la versión medianoche del noticiero de Telefe, donde presentaba
curiosidades de la red. Allí emitió completo Ataque de Pánico!, el
corto. La noticia resonaría a los días en Uruguay. Los noticieros charrúas se
sumarían a la novedad: también le darían aire. Y... ¡Púm! Ahora sí, furor viral
en Internet y el cuentavueltas se empacharía de reproducciones.
Desde Norteamérica, cautivados por la
ecuación de “bueno y barato” (la experiencia previa había sido la de Neill
Blomkamp y Alive in Joburg, que más tarde se convertiría en el largo Distrito
9; y hace poco la del argentino Andy Muschietti con Mamá, corto y
largo homónimo), las dos agencias de cazatalentos más importantes del mundo lo
buscaron. Le prometieron reuniones. Y Álvarez, sin dinero para viajar, engatusó
al sistema: “La otra me paga el pasaje, ¿qué me dan ustedes?”, disparó a las
dos por igual. Sin embargo, ninguna le había asegurado el boleto. Al rato, lo
consiguió. Y horas más tarde, viajaría a Los Ángeles.
Una vez allá, la anécdota del comienzo:
un uruguayo con –apenas- un cortito viralizado, tras sentirse incómodo en una
cena, le diría que “no” a Weinstein, el ex dueño de la distribuidora Miramax,
el productor de Quentin Tarantino y uno de los mandamás de Hollywood. ¿Qué
sucedió entonces? Parece que el Dios de la vida de Álvarez es un ser
influyente. Eso o, claro, aceptar la existencia de los misterios. Y tiene que
haber sido un misterio (digamos misterio a todo aquello que es
preferible ni siquiera saber por qué no conviene nombrar, enfocar y explicar)
lo que empujó a que el mismísmo Sam Raimi, fanatizado por Ataque de Pánico!,
lo invitara a conversar vía Skype.
Raimi le ofrecería una película
desarrollada en Argentina con un presupuesto de 30 o 40 millones de dólares. Se
mencionó, incluso, una versión de El Eternauta. Para tener una pata
hollywoodense, Sam envió a Buenos Aires a un guionista (vino uno de los
encargados de Inframundo: El Despertar) a trabajar con él. Parece que el
proyecto fue un desastre y esa sociedad no funcionó. ¿Los motivos? La vergüenza
que empezó a sentir el uruguayo a propósito del guión y la –por entonces
vigente- noticia de una posible película de Lucrecia Martel sobre la historia
de Héctor G. Oesterheld. Una vez más, Álvarez le diría que “no” a Hollywood.
Las charlas por Skype continuaron. Y
una de ellas derivó en Evil Dead. Estaba en el aire la idea de hacer una
cuarta parte, pero lo cierto es que Raimi no tenía el tiempo suficiente. “¿Por
qué no dirigís Evil Dead; pero no la 4, sino una remake?”, deslizó el
norteamericano. Del otro lado, silencio. Suspenso... “¡Sí, acepto!”, fue
la respuesta del uruguayo. Funde a negro. Corte. Apenas después, la
remake de Evil Dead se capitalizó, fue un éxito en los Estados Unidos
(se corrió un rumor: ya le habrían ofrecido una secuela) y, como en las
fábulas, sin solución de continuidad, se estrena este jueves en las pantallas del
país.
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