Artículo sobre el Nuevo Cine Independiente Argentino para la revista peruana Godard. El scan, acá y acá.
Nuevo Cine Independiente: La vanguardia
cinematográfica desde Argentina
Desde la aparición del largometraje
ultra-independiente Plaga Zombie hasta nuestros días, en Argentina se
está llevando a cabo una importante renovación cinematográfica con esquirlas en
todo el Cono Sur: jóvenes cineastas provistos nada más –ni nada
menos- que por sus propios medios, incentivan a otros tantos a que construyan y
consuman arte en lugares donde nunca antes hubieran sido, siquiera, lejanos
partícipes. El Nuevo Cine Independiente aglutina a un convoy de obras indie
pero con serias intenciones de entretener, floreciendo ante un mercado poco
innovador, aburrido y repleto de remakes innecesarias.
Por Hernán
Panessi
¿Qué es el
Nuevo Cine Independiente Argentino?
Históricamente, los movimientos cinematográficos
han sido renovadores de cuestiones vetustas. Las intenciones rupturistas y
contestatarias significaron siempre nuevas perspectivas de visión. Bajo esa
prerrogativa es difícil definir en términos concretos qué es un movimiento. En
caso, el Nuevo Cine Independiente Argentino tiene pretensiones marcadas,
quizás no así sus delimitaciones. Algunos dirán, de forma excesivamente
simplista, que es “la independencia de la independencia”. Imposible.
Estamos hablando de un nuevo paradigma dentro del cine argentino pero que, sin
embargo, es muy permeable a todos los ideales latinoamericanos, y eso es lo
realmente interesante del movimiento.
Autogestión, notoria cofradía, ausencia de
capitales excesivos... Ideas (casi) constantes de una vorágine que supura
esperanza frente a márgenes de desaliento: la de un cine diferente, atractivo y
fatto in casa, como variante al cine comercial.
Lejos de estructuras mainstream
e ideológicamente separados de corporativismos, podríamos señalar claramente
“qué no es” Nuevo Cine Independiente Argentino. En confrontación
directa: Cine norteamericano no es (aunque de ellos toma el ideal absoluto de
entretenimiento), cine europeo no es (no obstante incorpora algunas de sus
formas), cine asiático no es (bueno, quizás las vertientes marciales sí, pero
lejos está de la poética oriental). Perfecto, por decantación, cerca estamos de
asociarlo como el fiel reflejo del cine latinoamericano tendiente a la
guerrilla, y no, tampoco resulta correcta tal acepción. Este movimiento toma lo
mejor del cine mundial germinando una nueva invención: el cine hecho con
algunos amigos en pos de la diversión de muchos. Es decir, estos nuevos y
jóvenes cineastas, inevitables hijos de la cultura de consumo que
generacionalmente heredaron de Hollywood, están elaborando novedosos productos
de entretenimiento retomando una cuestión entre ausente y acéfala en los
últimos años: el cine de género.
Asimismo, vuelven a la vida las
comedias disparatadas, las películas con héroes de acción, el terror clásico y
moderno, la ciencia ficción del nuevo milenio, etc. Cineastas independientes
empatan el criterio latinoamericano de darle la espalda al cine de
género con frutos de calidad.
El Nuevo Cine Independiente
Argentino aflora en el instante exacto (geográfico, político y social)
donde las nuevas generaciones cinematográficas expresan sus verdades con
bravura y destreza. Temporalmente nace con la última declinación del Nuevo
Cine Argentino1, digamos, a partir de
sus segundas obras, luego de significantes óperas primas. Tales películas
aparecen atravesando el mismo espacio temporal pero con una notoria diferencia
de pretensiones. Contemporáneos, quizás; parecidos, ni un poco.
Este movimiento representa, entonces, a
una estampa generacional auténtica, propia de una cultura latinoamericana
doblemente glorificable: independiente y autogestionada.
¿Nuevo
respecto a qué?
Si es “nuevo”, por supuesto, se infiere que hay (o
mejor dicho, hubo) alguno “viejo”. Bajo el afán de agrupar una serie de obras,
como fruto del recambio generacional, apareció una función revitalizadora para
con el cine vernáculo.
Extinto
el denominado Nuevo Cine Argentino (NCA), una época de transición de
entelequias se hizo presente durante el nuevo milenio. Y aquí es donde brota
definitivamente el Nuevo Cine Independiente Argentino (NCI)2.
El concepto es totalizador ya que su extensión,
obviando el “argentino”, representa a las nuevas tendencias sujetas a
construcciones cinematográficas por fuera de las industrias oficiales pero que,
sin embargo, pese a ser más bien periféricos, poseen la calidad suprema para su
exhibición masiva y posterior deleite.
Iniciado
como “cine de culto”, y así fue cómo nacieron la mayoría de las escenas
mundiales, por estos momentos, el NCI gana festivales locales e
internacionales, es reconocido por la crítica argentina y se haya posicionado,
viablemente, cual puerta definitiva, hacia la genuina independencia
cinematográfica latinoamericana.
El carácter autogestionado o cuando la industria oficial da la espalda...
En ese preciso momento en que los
órganos estatales y mecenas variopintos hacen vista gorda, la opción más lógica
–de supervivencia y prepotencia de trabajo- es la de tomar al toro por las
astas: envolverse en la aventura sin pedir permiso y esperando todo a cambio.
Surge la idea del observador participante.
Más por una actitud exquisita que por
prototipos contrarrevolucionarios, muchos directores han evadido la opción de
completar formularios para eventuales patrocinios, debido a –lamentablemente-
las constantes negativas que en su momento dieron las entidades audiovisuales
en brindar apoyo. De esta manera, y de muchas otras también, este sistema
satélite fue conformando su propia idiosincrasia... ¡Autogestionada!
Por consiguiente, el movimiento se
caracteriza en ser “cine hecho por colegas”. El espectador en algún momento
puede hacer su propia película bajo ciertos estándares de calidad. No hay una
barrera formal entre quienes hacen y quienes potencialmente podrían hacer.
Todos los intervinientes –sin diferencias elitistas, ni divismos extremos-
aportan su capital en plan del cumplimiento de objetivos: hacer cine, construir
pensamiento auténtico por fuera de los circuitos comerciales.
Los inicios... FARSA Producciones
Mucho antes de saber qué les depararía el destino,
unos niños de la localidad de Haedo (al oeste de la provincia de Buenos
Aires), jugaban con unas viejas cámaras VHS a hacer lo que siempre les
gustó: cine. Precisamente, desde comienzos de la década del ‘90, con sólo 11
años de edad -da fe: Boluman (Diego y Pablo Parés, 1991), hoy
conseguible en YouTube-, comenzaron filmando cortometrajes de obvios
tintes infantiles, posteriormente mediometrajes más atrevidos y ahora,
establecidos como pináculo del movimiento, cosechan legiones de fanáticos por
todo el mundo. Estamos hablando de los FARSA Producciones (cuyo team
oficial reza los siguientes nombres: Pablo Parés, Hernán Sáez,
Berta Muñíz, Walter Cornás y Paulo Soria), y son quienes
han conformado la piedra elemental del Nuevo Cine Independiente, el
híbrido terror-comedia: Plaga Zombie: ¡La venganza alienígena ha
comenzado! (Pablo Parés y Hernán Sáez, 1997), un opus económico
–hecho con $150 dólares- que los llevó, por su carácter innovador, a formar
parte de las grandes ligas de la independencia.
Esta experiencia casera fue significante en la
conformación de la escena, debido a que inclinó a miles de jóvenes a querer
emular su linaje y romper, con ello, los límites de la autonomía.
La expansión y consolidación del germen
Una vez instalado el criterio del do it yourself,
cantidades de cineastas y atrevidos cinéfilos se aventuraron en probar suerte
con sus propias películas.
Debido a la proliferación de Internet
y a la “democratización” de la tecnología, el acceso a la industria cinematográfica
está medida en cuestiones de coraje. Por lo tanto, bajo esa intención
primigenia de la independencia, aparecieron grandes directores argentinos,
determinantes en la composición del movimiento y trascendentales para que sea
consolidado y rectificado dentro de la industria.
Películas como las de Adrián García Bogliano,
Habitaciones para Turistas (2004) y
36 Pasos (2006) y las de la productora Paura Flics
en general (Grite una Noche, 2005; No Moriré Sola, 2008; Sudor
Frío, 2011), le dieron –sobre todo al terror- una bocanada de aire fresco,
un nombre de prestigio, estimulando un género suspendido durante mucho tiempo.
El palmarés que cayó sobre el film de ciencia
ficción Filmatrón (Pablo Parés, 2007): Mejor Película Nacional en el BAFICI
y en el FESAALP, Premio del Público en el BARS, menciones en Estepona
y Fantasposa, ha sido imprescindible para la legitimación del movimiento
en ámbitos considerados serios o solamente penetrables por las poderosas
majors.
El guiño de los consolidados, caso Peter Jackson,
diciéndole al nóbel Andrés Borghi (director del largometraje Bailando
con el Peligro, 2009): “Estaré pendiente de todos tus proyectos”, en
el marco del concurso neocelandés Working Day, donde Borghi
obtuvo el primer premio, significó el alerta de que el mundo cinematográfico high
profile está mirando para Latinoamérica.
Dentro del género comedia, la locura de 2 Locos
en Mar del Plata (Matías Lojo y Pablo Marini, 2009) y la vanguardista saga
de Tetsuo Lumière (TL-1: Mi reino por un platillo volador, 2004; TL-2:
La felicidad es una leyenda urbana, 2009) representan el advenimiento de
films divertidos sin la necesidad de caer en obviedades encasilladas.
Conjuntamente, por si fuera poco, aparecen
magníficas obras como Recortadas (Sebastián de Caro, 2009), La Casa
por la Ventana (Esteban Rojas, 2010), El Hada Buena: Una fábula
peronista (María Laura Casabé, 2010), Incidente (Mariano Cattaneo,
2010) y Plaga Zombie 3: Revolución Tóxica (Pablo Parés, 2011),
fundamentales para entender al movimiento que, cada vez más, encuentra su lugar
en el mundo: el de la legitimación.
Sostenida por tamaño caudal artístico, la
revolución cinematográfica es tajante e inevitable. Generar cuestiones
innovadoras a fuerza de no encontrar espacios adecuados en el mainstream,
es una actividad que, según parece, el Nuevo Cine Independiente Argentino
cumple y dignifica.
1 Grupo heterogéneo de películas que asumían su carácter contemporáneo,
desde 1997 a 2009. La mayoría responde a una bajada de línea intencional por
parte de la demanda del Instituto Cinematográfico de Artes Audiovisuales
(INCAA), y cuyos máximos referentes estéticos son: Pizza, Birra y Faso
(Bruno Stagnaro e Israel Adrián Caetano, 1997) y Mundo Grúa (Pablo
Trapero, 1999).
2 Término acuñado, en primero momento, por publicaciones especializadas
en el año 2009 y cuyo uso se hizo notoriamente extensivo al resto de los
participantes (hacedores y espectadores) con el correr de los días.
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