MEDIO: Suple No, Página|12
FECHA: Abril 2013
Balance del BAFICI 15, el primero de Marcelo Panozzo al frente. Artículo que habla, también, sobre la entelequia "cine independiente".
| Por Hernán Panessi
Así se fue la Niña Bonita, la edición
quinceañera del BAFICI, con su mejor vestido, su torta y su fiesta pop. Así,
entonces, pasó por la cosmogonía cinéfila uno de los festivales más importantes
y polémicos del país. Y la pregunta, ante cualquier mutación de los esquemas,
es casi siempre la misma: ¿qué es, en verdad, el cine independiente? “Queremos
tener más público, no menos”, dice Marcelo Panozzo, su nuevo director, a
propósito de la incorporación de cierto cine de márgenes a la palestra.
“Queremos tener más películas, no menos”, fue su caballito de batalla.
Y los signos fueron positivos: unas 370
mil personas pasaron vía sus 11 sedes que, ahora, hacen base en el Village
Recoleta. Se proyectaron unas 473 películas, número que fue creciendo con el
correr de los años, con un total de 85% de entradas vendidas por función. “Esta
edición tuvo la idea decidida de buscar el maridaje entre todos los géneros”,
agrega Leandro Listorti, programador de la primera hora. Completa: “La gestión
de Fernando Martín Peña tenía bastante de eso, también”. Es que tanto Panozzo
como Peña respaldaron la inclusión de las orillas al centro.
En esta edición se sumó “Vanguardia
& Géneros – Retro”, la sección que otorga espacio a un cine que en BAFICI
nunca tuvo el lugar que realmente merecía. ¿El paradigma? La inclusión de
cierto cine autogestionado, caso Plaga Zombie. La primera trilogía de
zombies criolla, uno de los pilares de esa entelequia confusa que es el “cine
independiente”, fue exhibida –por primera vez- en esta edición.
“Pocas veces nos plantamos con la idea
de lo ‘independiente’. Por ejemplo, el cine sueco mainstream no llega al país y
nosotros lo pasamos”, suma Listorti a propósito de la pluralidad de voces de
este nuevo BAFICI. Panozzo sentencia: “No creo que un festival de cine tenga
que ser a priori un lugar de certezas”. Y de ahí, un tendal que une la
responsabilidad de cargar en su nombre con la palabra “independiente” (BAFICI
es: Buenos Aires Festival de Cine Independiente) más la posición dual a todo o
nada del “BAFICI es: lo peor del mundo / lo mejor del mundo”.
Juan Manuel Domínguez, otro de los
programadores del festival, reconoce la flexibilidad instaurada a partir de
esta edición: “Con la inclusión de la sección de vanguardias y géneros, o el
espacio gratuito ‘Cronopios’, generamos algo que le cuesta al indie: el diálogo
entre los estilos”. De esta manera, el verdadero cine independiente –premisa
polémica que el BAFICI siempre transitó con vaivenes- encontró en la
programación 2013 una ventana para colarse.
Asimismo, varios realizadores de los
bordes pudieron participar. ¿Hay ejemplos notorios? Sí, el de Tetsuo Lumière,
aquel que ganó el 24º del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con TL-2:
La felicidad es una leyenda urbana y quien, al recibir el premio, dijo:
“Quiero agradecer al BAFICI que rechazó mi película. Sin ellos, hoy no estaría
acá”. Hoy, años después, si bien no compitió, Lumière encontró su espacio
baficero con Buscando la esfera del poder en la sección “Panorama”.
“Queremos tener una paleta de colores
enorme, el mega pantone y escapar de la visión monocromática de las cosas”,
argumenta el director del festival a raíz de la notoria aproximación a los
conceptos de “independencia” y “pluralidad”. Cultura pop como estamento,
charlas caprichosas y la convivencia de un cine contemplativo con el de
historias. Correrse de algunas mañas festivaleras, la representatividad de
ciertas minorías, márgenes y centro, centro y márgenes, conceptos que –de
mínima- sacan una mueca de esperanza al público que, ante cualquier cambio, se
pregunta: ¿qué es, en verdad, el cine independiente? La respuesta no es de
nadie pero el BAFICI 15, a la sazón, abogó por encontrarla.
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