A FAVOR | En Relaciones Públicas... ¿vale mentir?

MEDIO: House organ: "Las hojas Kennedianas de Relaciones Públicas" - Website Universidad Argentina John F. Kennedy
FECHA: Marzo 2011
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A FAVOR | En Relaciones Públicas... ¿vale mentir?

Bajo el fragor de la disciplina, cuando las papas queman o la cancha está por ganar, la mentira –intrínsecamente ligada a la condición humana- puede emerger como una posibilidad a emplear, como una palanca estratégica a la victoria. Controversias al margen, su empleo, matizado, tamizado o edulcorado, es más común de lo que ustedes imaginan. Pero, atención académicos ultraconservadores, a no desesperarse ni ejercer blablablerías lacanianas, todo tiene una explicación.
En rigor, lo siento papistas papales, la mentira sí es utilizada en Relaciones Públicas. Desde su semántica, “Una mentira es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa o parcial, esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total”, según reza la inmaculada Real Academia Española, la figura de la mentira es una constante en las Relaciones Públicas.
En el sentido menos agraviante del asunto, podríamos decir que es, tal y como dicen los norteamericanos, the shape of things (la forma de las cosas, bah), ya que “ocultar la realidad de forma parcial o total” es lo que se hace, en parte, cuando las adversidades dicen presente y/o el terreno está ideal para tirarse un centrito a favor.
Quienes estén metidos en la profesión (trabajándola, estudiándola o viéndola de costado) sabrán que decir la verdad pura y dura, en comunicación, es casi tan estúpido como inmolarse a lo bonzo. Pocas veces la información sale a la calle sin maquillaje, por más nimia que esta parezca (hablando de nimia, “metonimia, querido”, me sopla algún lingüista). En consecuencia, y poniéndome estricto con la cuestión, me pregunto: ¿acaso no es la modificación de la información, por más leve que sea, el retoque de la realidad en forma parcial o total? A la sazón, ¿inflar potencialidades o defender lo suyo a como dé lugar no es, también, una transformación de lo real? Sí, queridos lectores, sí lo es. ¿Entonces? Sujetado en los términos pragmáticos, y yendo con esa vía de “el lenguaje es pura metáfora”, la mentira existe en las Relaciones Públicas, sanseacabó.
Atención, y acá me dejo un margen para que no me cuelguen de una orca, tengo estatura moral, aunque no faltará quien comente: “Panessi, ¡hereje!”, tampoco seamos estúpidos ni hagamos extrema corrección política (¡la mentira es obscena!, dicen): la mentira injustificada y con mala saña tiene patas cortas, cortísimas, y hasta podría resultar institucionalmente contraproducente. Pero cuando acondiciona y mantiene a las personas en sus puestos, lo lamento, ustedes lo saben, todos la festejan.

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